jueves, 14 de julio de 2011

La paradoja europea II

Entrevista a Manuel Colomer, economista y miembro de Esquerra Unida y Socialismo 21


“El Pacto del Euro agravará la crisis y empobrecerá a las poblaciones”
Rebelión

El pasado 11 de marzo los presidentes de los 17 países de la zona Euro adoptaron un acuerdo para superar la denominada crisis de las deudas soberanas: el Pacto del Euro. ¿Las medidas incluidas en el Pacto del Euro aportan realmente alguna solución? Según el economista y miembro de Esquerra Unida y Socialismo 21, Manuel Colomer, “todo lo contrario”. “Agravarán la crisis, empobrecerán a las poblaciones y provocarán un colapso de la moneda común, además de remitirnos a un modelo neoliberal rotundamente fracasado”, afirma este militante de los movimientos sociales en la ciudad de Valencia durante las tres últimas décadas.

El Pacto del Euro plantea una salida a la crisis de la deuda en la eurozona mediante el tópico de incrementar la competitividad, a partir de una reducción de precios y salarios. ¿Representa el Pacto del Euro alguna novedad respecto a políticas anteriores?

No, es más de lo mismo. Supone la adopción de políticas ultraliberales, materializadas en planes de austeridad extrema que no sólo no contribuyen a superar la crisis, sino que acentúan la recesión. El Pacto del Euro agravará la crisis, por un lado, y además aumentará la inestabilidad de la moneda común. Cuando el euro entra en vigor en 2000 lo hace a partir de una premisa. Abrir el mercado de la UE a las exportaciones alemanas a cambio de que los países del sur se beneficien de una moneda y una política europea común. Ahora vemos los efectos. Alemania ha podido disparar sus exportaciones pero los países del sur de Europa padecen un enorme déficit comercial. Todo el modelo ha entrado en crisis.

¿Cuáles son los aspectos esenciales del Pacto del Euro y sus principales consecuencias?

Se proponen un conjunto de medidas como vincular los salarios a la productividad y no a la inflación; recortar las pensiones públicas a partir de criterios como la evolución demográfica; limitar la negociación colectiva al ámbito de la empresa, en lugar de tomar los sectores productivos como referencia; endurecimiento de la percepción de los subsidios de desempleo; también se plantea introducir en las constituciones y leyes estatales límites al déficit público, de manera que sean obligatorios para los gobiernos. Las propuestas resultan, en la mayoría de los casos, inconcretas y difusas. Deprimen la economía, empobrecen a las poblaciones y provocarán el colapso del euro.

¿Resistirá el euro como moneda común del espacio económico europeo? ¿Los rescates de Irlanda, Portugal y Grecia marcan la antesala de su defunción?

Opino que no resistirá como moneda común. Lo más probable es un abandono o expulsión de países como Grecia, e incluso de Portugal. Otro problema es la forma que pueda adoptar la moneda común tras su colapso. Eso está por ver. Hay expertos, como Baker y Marshall, que proponen la salida de Alemania del Euro, con el argumento de que es el país que más distorsiones genera. Otros economistas, caso de Sapir, plantean un sistema más flexible, basado en la coexistencia de un euro exterior para el comercio internacional, con una moneda interna, lo que otorgaría a los gobiernos mayores márgenes de autonomía. Una tercera posibilidad sería una refundación del euro y del proyecto europeo. Lo que está claro es que se puede permitir una caída y, en su caso, un rescate de la economía griega. Pero, por su potencial, el abandono del euro por parte de una economía como la española, implicaría la muerte definitiva de la moneda única.

¿Opinas que sería positiva una ruptura con el euro desde un punto de vista de izquierdas?

Más que romper o no con el euro, lo importante para la izquierda es analizar la correlación de fuerzas existente y, a partir de este punto, plantear alternativas y actuar. Dentro o fuera del marco de la moneda única. Esto no es lo fundamental. Resulta una falsa dicotomía para una izquierda que se quiera transformadora. Piensa que medidas como la Tasa Tobin, por ejemplo, cuentan con un potencial enorme incluso dentro del marco de la moneda común.
¿Qué alternativas podrían plantearse a las previstas en el Pacto del Euro para resolver la denominada crisis de las deudas soberanas?

Algunas son tan sencillas como una regulación diferente de las subastas de deuda pública. ¿Cómo? Por ejemplo, priorizando que la deuda sea adquirida por ciudadanos del propio país emisor; anteponer las personas a las entidades financieras y fondos de inversión a la hora de colocar los títulos; y garantizar el retorno de las inversiones, por ejemplo, contra el pago de futuros impuestos. También debería imponerse otra medida obvia. Que el Banco Central Europeo pueda prestar dinero a los estados y no únicamente a la banca privada. Y esto ligado a una recuperación de la idea de banca pública. Otra iniciativa interesante son las auditorías de la deuda, para delimitar qué parte del endeudamiento resulta “ilegítimo” u “odioso” y, en ese caso, dejar de pagarlo. O las medidas propuestas recientemente por Rubalcaba pero que de ningún modo aplicará, como forzar a la banca a desarrollar inversiones que generen empleo.

¿A quién beneficia realmente el Pacto del Euro?

Sin duda, a los grandes grupos financieros y empresas europeos, incluidas las élites que se cobijan bajo la actual arquitectura de la UE. Pienso en políticos de la Comisión Europea como Almunia o Durao Barroso. A quien realmente perjudica el Pacto del Euro es a las poblaciones y a la economía productiva, condenadas a una situación de duradera recesión y colapso económico. Cuando Almunia dice que fuera del euro “no hay vida”, resulta inadmisible.

Por tanto, estás de acuerdo con Juan Torres López y Alberto Garzón cuando denuncian que realmente se trata de un pacto “contra los trabajadores europeos”…

Por supuesto. Las rentas del trabajo son las únicas que menguan con la excusa de fomentar la competitividad. Pero es una falacia más. Que una economía sea competitiva depende tanto de los salarios como de los márgenes de beneficios empresariales. Ahora bien, mientras los salarios vienen reduciéndose desde la última década, los beneficios de las empresas aumentan continuamente. Hay una propuesta interesante del economista francés Patrick Artus: subir un 20% los salarios por decreto y devaluar el euro en un mismo porcentaje también por decreto. Se mantendría la competitividad exterior al tiempo que se reactivaría el mercado interno. Pero falta fuerza política para materializar ideas como ésta.

¿Nos hallamos ante la derrota definitiva del Estado del Bienestar y la consagración de las políticas ultraliberales?

Espero que no se consume pero el Pacto del Euro busca la liquidación del movimiento sindical y la pulverización del Estado del Bienestar. Sin embargo, empíricamente puede demostrarse el rotundo fracaso del neoliberalismo. Las políticas de cariz ultraliberal no hacen sino ahondar en la crisis, castigar a los más débiles y detraer recursos que permitirían construir una Europa más sostenible, en el contexto de la monumental crisis ecológica que vivimos, a partir del fomento de las energías alternativas. Es otra gran prioridad en estos momentos que la agenda neoliberal no considera.

Límites al déficit en las leyes estatales, vinculación de salarios a la productividad, rebajas de la fiscalidad, pruebas de resistencia bancaria… ¿Se trata de medidas técnicas, tal como se presentan a la opinión pública, o el Pacto del Euro es realmente una opción política?

De hecho, responden a un programa político cuya defensa y publicidad corre a cargo de los propagandistas neoliberales. Pero es que, desde un punto de vista técnico y científico, estos planteamientos carecen de todo rigor. ¿Por qué el límite al déficit público se ha de situar en el 3% y no en el 7%? Esto tendría que depender de sociedades y coyunturas. Y, cuando se habla de topes para el endeudamiento, tampoco se discrimina, por ejemplo, si éste procede de grandes fastos y eventos faraónicos, o de la financiación de servicios básicos.

Incluso se plantea blindar estas políticas en las legislaciones constituciones estatales.

La deriva neoliberal ya fijó en la época de Bush padre unas tasas máximas de déficit por ley, que Clinton cumplió pero no así Bush hijo. Esto no sirvió, por supuesto, para mejorar la economía norteamericana, ya que se trata únicamente de una manera de restringir la soberanía. Pero así y todo es el modelo que se ha tomado como referencia.

Por último, ¿Qué opciones le quedan a la izquierda europea? ¿Cuál debería ser la línea de actuación?

De manera inmediata, impulsar una agenda y un programa de movilizaciones que cuestione el conjunto de la arquitectura neoliberal que nos ha conducido a esta crisis, y sus derivaciones como el Pacto del Euro. Enfrentarse, además, de manera radical a los planes de austeridad y los imperativos de recorte en los servicios básicos. Esto pasa indefectiblemente por levantar una oposición social y sindical a los proyectos neoliberales que roban la soberanía a los ciudadanos en beneficio de la banca privada y los eurócratas.

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