lunes, 29 de diciembre de 2008

Lista de deseos

Será porque todo tiene que tener un principio y un final, es que uno espera con renovadas (o agotadas) ganas el 31 de diciembre y 1ro. de enero de cada año. En muchos casos, porque luego de un duro año de trabajo (si se lo tiene) se llega en ruinas y el cambio de calendario indica que será el tiempo para descansar, cambiar de aire o no hacer nada. En otros, porque queda la esperanza que la malaria no puede durar tanto y alguna vez va a terminar. Y puede que sea en esa fecha. A la hora de los deseos para el año que viene, siempre pido fortaleza de espíritu para enfrentar lo que se venga. Pedir otra cosa sería demasiado banal.
Fortaleza de espíritu.
Hay muchos nubarrones en el porvenir, algunos de los cuales por más que soplemos, no se irán facilmente. A otros en cambio, los podemos sacar; basta con un poco de memoria y resistencia colectiva. "Seamos realistas, pidamos lo imposible" escribieron unos jóvenes hace 40 años. Esta crisis quizá abra la brecha para algo nuevo y mejor. Entonces todo el pasado será el prólogo...
Lista de Deseos /Wishlist -Pearl Jam Desearía ser una bomba neutrónica
para poder irme lejos por una vez
Desearía ser un sacrificio
pero que de algún modo aún persistiera
Desearía ser el ornamento Sentimental al que te aferras
El árbol de Navidad, desearía serla estrella
que está en la cima
Desearía ser la evidencia,
Desearía ser la tierra
Para 50 millones de manos alzadas
y abiertas hacia el cielo
Desearía ser marinero
con alguien que esperase por mí
Desearía ser tan afortunado,
tan afortunado como yo
Desearía ser un mensajero
y todos las noticias fueran buenas
Desearía ser la luna llena brillando
Desde el capo de un Camaro
Desearía ser un extraterrestre
en casa detrás del sol
Desearía ser el recuerdo
en donde colgabas las llaves de casa
Desearía ser el pedal del freno del que dependías
Desearía ser el verbo confiar y nunca defraudarte
Desearía ser la canción de radio,
a la que no podías subir el volumen
______________________________________________

Todos Esos Dias Pasados /All those Yesterday -Pearl Jam

¿No creés que debas descansar?

¿No creés que debas apoyar tu cabeza?

¿No creés que quieras dormir?

¿No creés que debas apoyar tu cabeza?, esta noche

¿No creés que ya hayas hecho demasiado?

¿No creés que ya tengas suficiente?, bueno quizás...

No pensás que es tiempo de parar

Hay suficiente tiempo para que apoyes tu cabeza, esta noche.

Déjalo que limpie y se lleve lejos Todos esos días pasados

¿De qué estas escapando?, tomando píldoras para seguir adelante

Creando paredes para llamarlas tuyas

Así que nadie te agarra naufragando lejos y

Haciendo todas las cosas que todos nosotros hacemos

Déjalos que limpien y se lleven lejos

Todos esos días pasados

Todos esos días pasados, todos esos platos de papel

Ténes tiempo, ténes tiempo de escapar

Aún hay tiempo, no es un crimen escapar

No es un crimen escapar, no es un crimen escapar

Aún hay tiempo, así que escapá, no es ningún crimen

Todos esos días pasados...

viernes, 12 de diciembre de 2008

Buitres al acecho...

¿Qué va a pasar? Por Alfredo Zaiat En la sucesión de discursos y artículos sobre los 25 años de democracia en muy pocos se ha enfatizado la influencia del poder hegemónico en las crisis y desencantos en el mundo de la economía y, por lo tanto, en las expectativas sociales durante ese período. En esa misma línea del descuido por esa omisión tampoco ha sido destacado el rol que tuvieron los economistas profesionales, como voceros de los intereses de ese poder asumiendo la tarea de relatores y protagonistas del profundo deterioro de las condiciones materiales de las mayorías. De esas varias figuras conocidas que habitualmente circulan por gran parte de los medios de comunicación, Domingo Cavallo es el símbolo de esa asociación promiscua entre el economista del establishment y el poder económico que se enriqueció y consolidó en esos años. Un grupo de argentinos residentes en París realizó un relevante aporte para que Cavallo volviera al lugar que le corresponde en esa historia, y no el que aspira a ocupar con la connivencia de ciertos sectores. Sólo la impunidad que detenta el poder ha permitido que uno de los responsables de la estatización de deudas privadas (1982), la renegociación del Plan Brady, las privatizaciones y la convertibilidad (década del ’90) y el megacanje y el corralito (2001), acontecimientos que marcaron, por herencia de la dictadura y por derecho propio, estos 25 años de democracia, regresara a los medios a realizar pronósticos de catástrofes y a brindar consejos sobre lo que se debe hacer en materia económica. Es fundamental develar la compleja trama de complicidades, negocios y financiamiento entre el poder y la figura del economista rey, que establece qué es lo que se puede y no se puede hacer en materia de política económica. Con un discurso acerca de lo económico pretendidamente técnico se ocultan intereses políticos y sectoriales. Esos economistas poseen el invalorable aporte de lo que se denomina la sociedad del miedo, que convierte a las mayorías en masas ansiosas por saber qué va a pasar en un mundo lleno de incertidumbre. Ellos se presentan como los portadores de ese saber, constituyendo de ese modo un increíble engaño colectivo. Para desencanto de esa grey incrédula que busca el imposible, puede resultar conveniente señalar que esos economistas no saben qué va a pasar. Más bien, no tienen la menor idea sobre qué puede suceder en la economía, y han dado muestras de esa ignorancia en los últimos años con sus análisis y estimaciones fallidos. Pese a esos fracasos tienen el extraño don del que carecen arquitectos o médicos, que cuando se equivocan quedan fuera de sus respectivas profesiones. Los economistas de la city, en cambio, no padecen consecuencias pese a sus reiterados pronósticos-deseos errados. En el libro La impostura de los economistas (Ediciones de la Flor), el profesor francés Michel Musolino empieza señalando que el discurso dominante muestra que “no hay economía sin predicción” y que “la economía no es útil si no es capaz de dar indicaciones precisas sobre las decisiones que hay que poner en práctica”. Predecir es el imperativo fundamental del economista y no es de ningún modo una actividad conexa a su objeto de estudio. Los políticos y las empresas no deberían tener entonces problemas para moverse en las aguas turbulentas de la coyuntura porque el economista ofrece un instrumental sofisticado y un ejército de técnicos y de estadísticas para saber lo que va a pasar. “Aquí es donde se empecinan más ostensiblemente en el error”, señala Musolino, recuperando una definición del especialista Michel Godet, que ha trabajado muchos años en el Observatorio Francés de Coyunturas Económicas: “Los constantes errores de predicción han dejado su huella en la historia económica de la sociedad industrial. Lo grave no es tanto la existencia de éstos, sino el olvido sistemático de los errores pasados cuando se establece la predicción. Cuanto más estrepitosos son sus fracasos, más triunfante se muestra”. Para concluir que “el error es tan frecuente que bien podría acabar por presentarse como una de las principales características de la predicción”. Esa forma de abordar la cuestión económica genera una sucesión de yerros que no serían relevantes si no fuera porque tiene su repercusión en medios de comunicación, en tomadores de decisiones y en futuros economistas. Y, en especial, porque son formadores importantes de expectativas. Un ejercicio contrafáctico podría determinar cuánto han sumado en la incertidumbre de los protagonistas de la economía tantos pronósticos pesimistas –y equivocados– de los últimos años y, por lo tanto, en el costo asociado a ese escepticismo. En los hechos, esos profesionales manifiestan limitaciones en abordar las raíces de los acontecimientos de la historia reciente y relacionarlos desde el análisis económico con los procesos sociales y políticos. La debilidad de las sociedades modernas y dependientes es que están atrapadas del discurso de esos economistas que en forma permanente emiten mensajes de que algo malo puede suceder si no se hace lo que ellos dicen, cuando en realidad sus propuestas están dirigidas a defender el interés de una minoría. Además de ser funcionales a los intereses de los grupos económicos y de ayudar al disciplinamiento social presentando escenarios de fatalismos inmediatos, varios de esos economistas han pasado a un estadio superior en esa profesión. Se han erigido en defensores de multinacionales que están litigando contra el país, reclamando montos millonarios en tribunales internacionales parciales (Ciadi, del Banco Mundial), que en caso de un fallo adverso implicaría una carga pesada para toda la sociedad. Ya no se trata solamente de errores de pronósticos, sino que es la exteriorización de un cinismo mayúsculo. Advierten en sus presentaciones ante esos tribunales sobre supuestas debilidades de la macroeconomía, pero con su labor profesional suman dificultades financieras a las cuentas públicas. En esa tarea “profesional” se encuentran economistas que fueron funcionarios públicos. En la mayoría de los casos, ocuparon cargos clave en el gobierno durante el proceso de privatización de las empresas de servicios públicos. Varios elaboraron los pliegos de concesión, les pusieron precio a las compañías estatales, concretaron las ventas, asesoraron en materia legal, diseñaron los marcos regulatorios y tuvieron a su cargo las modificaciones normativas que se introdujeron en los años posteriores. Durante los noventa cumplieron esa tarea o fueron propagandistas de la liquidación de activos públicos. Ahora se desempeñan en el sector privado con ese mismo objetivo. O sea, trabajan para esas grandes empresas. Han testimoniado a pedido de las privatizadas y otras compañías extranjeras en los juicios que se llevan adelante contra Argentina en el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi), un tribunal dependiente del Banco Mundial que deberá decidir si corresponde indemnizar a esas compañías por la pesificación y el congelamiento de tarifas. La historia de los 25 años de democracia es incompleta si no se incorpora en el relato la expansión del poder hegemónico mientras la economía se derrumbaba. Esa historia también quedará fragmentada si no se suma en ese período la tarea de los economistas del establishment, que hoy siguen ofreciéndose como pitonisas de un saber oscuro pese a los resonantes fracasos que acumulan en su haber en estos fascinantes años de democracia.
(Página 12- 13-12-08)

jueves, 11 de diciembre de 2008

Según pasan los años....

A 28 años de aquella primera Marcha de la Resistencia que las encontró reclamando durante un día entero por la vida de sus hijos, las Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora) acudieron, como cada 10 diciembre, a la histórica plaza. “Sobre la impunidad y la injusticia no podemos construir el país que soñaron, 30 mil desaparecidos: presentes”, fue la consigna principal de una jornada que tuvo un valor agregado al coincidir con los 25 años de democracia, los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el primer año del actual gobierno. Además de las Madres estuvieron las Abuelas, HIJOS, la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Hermanos de Desaparecidos por la Verdad y la Justicia, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas, CTA, Libres del Sur, Proyecto Sur y GEN, entre otras entidades y agrupaciones. Nora Cortiñas, referente de Línea Fundadora, afirmó a Página/12 que “este aniversario lo vivimos firmes en nuestra voluntad de lucha porque todavía falta mucho para que haya justicia, aun con los logros que hemos conseguido. La condena no es todavía como la queremos. Hay más de 400 jóvenes que no conocen su identidad. Hubo un avance en la memoria, tanto en el pueblo como en los medios de comunicación y en las distintas formas de divulgación”. Recordó que “nuestros hijos fueron desaparecidos para que el modelo neoliberal arrasase sin oposición alguna”. En cuanto a las deudas de la democracia actual, Cortiñas criticó al gobierno nacional y al bonaerense porque “criminalizan la situación de penuria que viven los niños y los jóvenes intentando bajar la edad de imputabilidad”. Taty Almeida, también de Línea Fundadora, derrochaba alegría y satisfacción: “Hay que reír y vivir con ganas, mi hijo Alejandro siempre tuvo esa actitud de gozar la vida y estaría feliz de verme así a mis 77 pirulos”. Sostuvo que “hay mucho que festejar. Porque vivir en democracia es lo más positivo que nos puede pasar. Falta todavía, hay desigualdad, pero hay que reconocer las mejorías y hacer una crítica constructiva de lo que falta. Hay que insistir para hacer a nuestra democracia justa e incluyente”.
(Textos de Página/12 sobre un informe de Tomas Forster)

martes, 2 de diciembre de 2008

Estados Unidos se sumó a la recesión global

Cristian Carrillo Los megarrescates que impulsó en los últimos meses la administración Bush llegaron más tarde de lo que se pensaba. La economía más grande del planeta entró oficialmente en recesión y la fecha del ingreso data de diciembre del año pasado, según el Comité de Ciclos de Negocios del Bureau de Análisis Económicos. El diagnóstico no responde a la clásica definición de recesión, que implica dos trimestres consecutivos de caída del Producto Interno Bruto, sino que es un índice más amplio y contempla destrucción de empleos, ingresos y pérdida de poder adquisitivo. Precisamente, los indicadores laborales comenzaron en diciembre pasado un derrape mensual que todavía no culmina. De esta manera, la actividad finalizó hace exactamente un año un ciclo de expansión de 73 meses consecutivos desde la última contracción en 2001. Las Bolsas internacionales reprodujeron la preocupación sobre el contagio global. En Wall Street el índice industrial Dow Jones perdió 7,7 por ciento (ver aparte). Desde que recrudeció la crisis financiera a mediados de este año comenzó a especularse acerca de cuándo sería que la economía estadounidense iba a mostrar las consecuencias de la desregulación y ausencia en la vigilancia del sistema bancario-bursátil. Hasta el momento parecía que los coletazos de la crisis hipotecaria se circunscribían a los bancos de inversión, recién en los últimos meses a las automotrices y se amplificaba al cruzar el océano. Tan es así que los primeros en declararse en recesión fueron los países europeos, y hasta Japón, la segunda economía mundial, admitía ser una víctima de las “subprime”. Bajo ese contexto, los analistas daban por hecho que, concluido el actual trimestre, Estados Unidos se sumaría finalmente al grupo del crecimiento negativo. Luego de arrojar un retroceso de medio punto en el PIB –de 0,3 por ciento en la medición ajustada– durante el tercer trimestre las proyecciones coinciden en una nueva caída por encima del 2 por ciento para el cuarto. Sin embargo, cuando falta menos de un mes para que se confirme ese oscuro pronóstico, se conoce una realidad aún peor: Estados Unidos ya está en recesión hace casi un año. “El comité determinó que el pico de crecimiento en la actividad económica estadounidense ocurrió en diciembre de 2007. El pico marca el fin de la expansión que comenzó en noviembre de 2001”, sentencia el documento del bureau que integran prestigiosos economistas, y es considerado como el órgano que declara oficialmente “los comienzos y fines (mensuales) de los períodos de recesión. Sus informes, a pesar de tratarse de un organismo privado sin fines de lucro, tienen carácter oficial. El comité no sigue la definición clásica de recesión como dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo de la economía. En cambio, incorpora otros parámetros que dan una muestra más cabal de la situación de Estados Unidos. El estudio resalta que la medición de la cantidad de empleos alcanzó su último incremento en diciembre del año pasado y desde entonces, mes a mes, cayó ininterrumpidamente. La “nómina mensual de empleos” se redujo en 1,2 millón al pasar de 138,1 millones de trabajos en diciembre del año pasado a 136,8 millones en octubre último, según el departamento de estadísticas laborales del gobierno. Esta caída, junto con la producción doméstica, son los indicadores de más peso a la hora de evaluar una recesión. La medición de producción industrial que toma en cuenta es elaborada por la Reserva Federal, por tener un análisis más restrictivo. El banco central estadounidense incluye en su relevamiento la producción de manufacturas, la minería y las utilidades de las compañías, pero excluye todos los servicios y gasto público. Para entender la elección, basta con aclarar que, para compensar la caída en la actividad privada, la administración Bush incrementó en el tercer trimestre en 13,6 por ciento su gasto. Y sólo en defensa nacional lo aumentó un 18 por ciento. Mientras el consumo privado se desplomó a su mínimo en 28 años. Ayer se conocieron también datos preliminares de la actividad industrial para el mes pasado. El sector fabril se contrajo a su nivel más bajo en 26 años, de acuerdo con el Instituto de Gerencia y Abastecimiento. El indicador retrocedió a 36,2 puntos, su peor desempeño desde 1982, y se ubicó por debajo de la línea que divide la expansión y la contracción de la actividad, que se delimita en los 50 puntos. En este contexto, las industrias podrían reconocer un recorte de 80 mil nuevos empleos en noviembre, tras la pérdida de 90 mil el mes anterior, según una proyección del Departamento de Trabajo, que saldrá este viernes y no hará más que ratificar la situación recesiva del país. “Lo más importante que podemos hacer ahora por el bien de la economía es retornar el mercado financiero y crediticio a una situación normal, y continuar en línea a mejorar el sector de las viviendas, y eso continuará siendo nuestro objetivo”, afirma un comunicado de la Casa Blanca, que se distribuyó tras conocerse la crítica salud de los Estados Unidos. Según el portavoz del gobierno, Tony Fratto, las políticas se dirigirán a esas áreas para “retornar la economía al crecimiento y la creación de empleos”. Hasta el momento, las políticas implementadas fueron sólo placebos para un sistema enfermo y los rescates sólo sirvieron para ganar algo de tiempo. El propio secretario del Tesoro, Henry Paulson, debió admitir ante el Capitolio que los primeros 250.000 millones de dólares del megasalvataje de 700.000 millones que aprobó el Legislativo fueron mal utilizados.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Proposiciones

Desconexión y reconexión Por Julio C. Gambina * La cumbre del G-20 realizada en Washington se propuso “restaurar el crecimiento económico y reformar al sistema financiero global” sin discutir el tipo de crecimiento económico y su distribución. ¿Da lo mismo un incremento de la industria automotriz para uso individual, que una expansión de medios colectivos de locomoción? ¿Importa lo mismo crecer con depredación de los recursos naturales que hacerlo preservando el medio ambiente, la soberanía alimentaria o energética? ¿Vale contabilizar la producción militar o la actividad especulativa como referencia del aumento de la economía? Aparece más atractiva la discusión sobre la nueva arquitectura financiera, aunque valen algunos interrogantes. ¿Quiénes deben protagonizar dicho debate? ¿Los responsables del orden actual? Recordemos que Paulson saltó en 2006 desde Goldman Sachs a secretario del Tesoro de Estados Unidos. Su primer reflejo fue destinar 700.000 millones de dólares para “comprar carteras tóxicas” y salvar entidades financieras expuestas por créditos incobrables. Luego modificó la orientación para avanzar con estatizaciones temporales, para retomar luego el camino de la liberalización. En ese sentido, la cumbre sostuvo que “nuestro trabajo estará guiado por una creencia compartida de que los principios del mercado, el libre comercio y los regímenes de inversión, y unos mercados financieros regulados en forma efectiva albergan el dinamismo, la innovación (...) que son esenciales para el crecimiento económico, el empleo y la reducción de la pobreza”. Luego de décadas de hegemonía neoliberal y políticas de restauración conservadoras, lo que menos se necesita es la reiteración de las políticas que llevaron a la concentración del ingreso y la riqueza junto al empobrecimiento de la población. No alcanza con las apelaciones a “fortalecer la supervisión sobre instituciones financieras” o promover “reformas del sistema financiero mundial y las organizaciones resultantes de Bretton Woods”, porque ese orden emergente al final de la Segunda Guerra es el que está en crisis: la economía mundial del dólar patrón de cambio. La discusión es sobre el nuevo orden mundial y especialmente sobre quiénes están habilitados para su consecución. En 1944 el debate lo dieron los vencedores de la contienda. ¿Quiénes son esos actores en la actualidad? Desde el 2001 se impuso un reclamo del movimiento popular mundial por otro orden posible y necesario. La Argentina podría contribuir a ese de-safío con políticas económicas promotoras de la distribución del ingreso y la riqueza en una integración alternativa al librecambio sustentado por el poder económico mundial y local. Ello supone una desconexión del foco de la crisis y una reconexión virtuosa con países de la región para modificar la ecuación de beneficiarios en el desarrollo económico. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner manifestó en Washington la superación de la crisis desde “otro capitalismo”. Es una afirmación para interrogarse sobre la posibilidad de la tesis con transnacionalización creciente. Es tiempo para pensar audazmente en la superación del neoliberalismo y el capitalismo siguiendo la búsqueda creativa en la región, donde se sustentan propuestas más allá y aun contra el capitalismo; incluso socialistas. Las respuestas a la crisis deben buscarse al margen de los responsables e involucrar a los pueblos y formar sujetos para el sustento de cambios profundos y que pugnen por resolver las diferencias que demoran la emergencia del Banco del Sur u otros proyectos de articulación productiva y cultural que oportunamente fueron suscitados. Remitimos a emprendimientos regionales energéticos, comunicacionales, de infraestructura (respetando el medio ambiente y la cultura popular) y en diversas esferas de la economía. Se trata de resolver problemas económicos sociales al tiempo que se construye el sujeto social para su implementación. Es una lógica diferente a la inyección de liquidez pública a instituciones invalidadas por su práctica, como el FMI. Más que reformar el FMI, nuestros países pueden organizar respuestas similares a la de Bolivia retirándose del Ciadi; o Ecuador con la Auditoría de la deuda pública. Son medidas convergentes con un estricto control al movimiento de capitales. Es tiempo para denunciar a los organismos multilaterales y construir institucionalidad alternativa. Algo contrario a lo sustentado por el G-20, que brega por la culminación antes de fin de año de la ronda de Doha (OMC), cuyo objetivo es bajar aranceles para bienes industriales en nuestros países, al tiempo que Estados Unidos y Europa mantienen cuantiosos subsidios a la producción y exportación de productos agrícolas. Se requiere denunciar cuantiosos tratados en defensa de las inversiones para instalar nuevas normas de intercambio que privilegien resolver necesidades sociales insatisfechas. * Profesor de Economía Política de la Universidad de Rosario y miembro de Clacso. --------------------------------------------------------------------------------

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Cabañas que no miran al sur ...

¿Un nuevo Tío Tom? Por Atilio A. Boron En vísperas de las elecciones estadounidenses, Noam Chomsky dijo que Barack Obama “era un blanco que había tomado demasiado sol”. Ese comentario fue repudiado por la intelectualidad “progre y bienpensante” del mundo entero pero, en vista de la formación ideológica y los intereses defendidos por las personas recientemente consultadas para elaborar una estrategia de salida de la crisis, la advertencia del gran lingüista del MIT parece plenamente justificada. En efecto: solicitar la opinión de Paul Volcker, ex chairman de la Reserva Federal en los años de Reagan; de Warren Buffett, un megaespeculador del casino financiero mundial; o de Lawrence Summers, ex funcionario del Banco Mundial y secretario del Tesoro de Clinton, al igual que Robert Rubin; a Jamie Dimon, actual presidente del Banco de Inversión J. P. Morgan, y Timothy Geithner, ex gerente del FMI y actual presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, no parece ser el camino más apropiado para quien hizo su campaña predicando incansablemente que representaba el cambio y que iba a garantizar el cambio que la sociedad norteamericana reclamaba con creciente insistencia. Todos estos personajes integran el núcleo fundamental del capital financiero y son responsables directos del estallido de la crisis que hoy agobia a la economía mundial y que –no es un dato menor– ha servido para concentrar aún más el poder que detentaban los más agresivos conglomerados del capital especulativo a escala mundial. Obama recibió un mandato que le exige escuchar otras voces y guiarse por otros intereses, y está desoyendo ese mensaje. En lugar de reunirse con los agentes de Wall Street tendría que haber convocado a los principales líderes de los movimientos sociales que lo catapultaron a la Casa Blanca; a los organizadores sindicales, perseguidos sin pausa desde hace años, incluso en los años de Clinton; a los economistas heterodoxos, como Paul Krugman, John K. Galbraith hijo o Robert Solow, sin ir más lejos, que ya expresan su preocupación ante el retorno de los talibanes de mercado que originaron la actual tragedia. Su búsqueda de un “acuerdo bipartidario” para enfrentar la crisis y su opción por dialogar con los autores del desastre equivale a pedirle al zorro que cuide el gallinero. Obama tiene poco tiempo, muy poco, para definir lo que será su gobierno. Lo peor que podría ocurrir es que “el negro” de la Casa Blanca –tan celebrado por un periodismo poco cuidadoso como el iniciador de una nueva época histórica– termine siendo lo que en los Estados Unidos despectivamente se conoce como un “Tío Tom”: un negro desclasado que traiciona a los suyos y que se pone al servicio de sus amos. Todavía es prematuro llegar a esta conclusión, pero conviene repensar lo que dijo Chomsky y tratar de evitar tan lamentable frustración.

(Página 12/ 9-11-2008)

aca

Quiero que me trates suavemente Por José Natanson

(...)

Al sur del Canal Es ya un lugar común en los análisis internacionales decir que América latina se ha dividido en dos, a partir de una frontera invisible que podemos situar imaginariamente en Panamá. Los países ubicados al Norte del Canal se encuentran integrados a Estados Unidos comercial, política y migracionalmente. Desde el punto de vista de la seguridad, forman parte de su segundo perímetro de defensa y son el eje de diversas preocupaciones, desde el tráfico de drogas por la frontera mexicana hasta el riesgo de oleadas de balseros haitianos o cubanos naufragando en la Florida. Pero además todos estos países han firmado tratados de libre comercio con Washington y concentran la mayor parte de las inversiones estadounidenses en América latina. Aunque hablan español y reivindican su origen latino, los rigores de la economía, el comercio y la seguridad los acercan cada vez más al Norte. Hoy, la vieja frase de Don Porfidio – “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”– vale también para Centroamérica y el Caribe. Las cosas son diferentes en Sudamérica, donde sólo un tema –el conflicto colombiano– despierta la atención de Washington, y donde sólo un líder, el ex paracaidista Hugo Chávez, genera cierta inquietud. Se ha creado, en la subregión sudamericana, un clima novedoso que no implica, como algunos piensan, carta blanca total, pues sigue habiendo cosas que Washington no está dispuesto a tolerar, pero sí un espacio de autonomía relativa que debe ser valorado. Riordan Roett, director del área de estudios latinoamericanos de la Universidad John Hopkins y asesor de Barack Obama para la región, lo definió como una “no política” por parte de la Casa Blanca (Revista Nueva Sociedad Nº 206). En este marco, en combinación con el contexto internacional más favorable del último medio siglo, que garantiza una autonomía financiera inédita, los países sudamericanos comenzaron a explorar caminos más autónomos, que explican tanto el ascenso de gobiernos críticos en buena parte de la región como la decisión de buscar soluciones propias a los propios problemas: la intervención coordinada en la crisis boliviana quizás abrió demasiadas expectativas sobre las posibilidades de Unasur, cuyos límites y contradicciones son flagrantes, pero de todos modos mostró cómo los países sudamericanos pueden resolver solos, sin el concurso estadounidense, sus propios conflictos. Algo similar había ocurrido unos meses antes con la crisis colombiano-ecuatoriana. En el Río de la Plata Argentina y Estados Unidos se han ido alejando, pero menos por una decisión voluntaria de un gobierno díscolo y populista que por la combinación entre la tendencia regional ya señalada y los últimos reacomodos económicos. Desde el punto de vista comercial, la Argentina es totalmente irrelevante para Washington: el 0,5 por ciento de sus exportaciones se dirige a nuestro país, que a su vez representa el 0,24 por ciento de sus importaciones. En cuanto a las inversiones, la Argentina recibió el 0,4 por ciento del total y sólo el 3,9 por ciento de las dirigidas a América latina (contra el 26,1 por ciento de México y el 12,2 por ciento de Brasil). Como toda relación asimétrica, la importancia de Estados Unidos para la Argentina es mayor. En 2007, el mercado norteamericano absorbió el 7,6 por ciento de las exportaciones nacionales, un porcentaje significativo pero decreciente, pues nuevos socios comerciales, sobre todo Brasil y China, han ido ganando peso. En cuanto a las importaciones, el 14 por ciento proviene de Estados Unidos. La relación energética es mínima. Argentina proporciona el 0,5 por ciento del consumo de petróleo norteamericano, contra el 15 por ciento aportado por Venezuela, y no puede ofrecer, como Brasil, un plan de energías alternativas. Al ser el nuestro un país pobre, pero no tanto, tampoco resulta prioritario en términos de cooperación para el desarrollo, orientada sobre todo a Centroamérica y la región andina. Y como no constituye un foco de preocupación en temas de seguridad (hace ya un tiempo que Washington se convenció de que la Triple Frontera es un lugar turbio pero inofensivo), la ayuda militar es mínima. Las drogas no son un tema central. Aquí no se cultiva coca y las microempresas de pasta base abastecen el consumo local. Finalmente, las migraciones no preocupan: en 2007, sólo 5645 argentinos pidieron residencia legal en Estados Unidos, contra 150 mil mexicanos, 30 mil haitianos y 28 mil dominicanos. En suma, como sostiene Roberto Russell (“Estados Unidos y Argentina: pocas expectativas”, Foreign Affairs en Español, Vol. 8 Nº 4), “el país no toca de lleno ninguno de los temas prioritarios de la agenda estadounidense para América latina”. De hecho, el último tema que realmente importaba en la discusión bilateral –los subsidios agrícolas norteamericanos– ha ido perdiendo peso al compás del aumento de los precios de los commodities. Arbol caído Como toda industria ultracapitalista, Hollywood es esencialmente conservador. Aunque probablemente nunca simpatizó con Bush, recién comenzó a hacer leña cuando el árbol estaba en el suelo, astillado. Fue así como en los últimos años comenzaron a aparecer una serie de películas anti Bush de dispar calidad: El sospechoso, en la que la bella Reese Witherspoon busca desesperadamente a su esposo de origen árabe, secuestrado por la CIA; La conspiración, en la que el padre de un soldado (Tommy Lee Jones) investiga el asesinato de su hijo a su vuelta de Irak; y Leones por corderos, de Robert Redford, acerca de las dudas de la guerra y los límites del patriotismo, con la brillante actuación del más injustamente subvalorado actor de Hollywood (Tom Cruise). Entre todas estas películas, la que merece un comentario es Juego de poder, en la que Tom Hanks interpreta a Charlie Wilson, el congresista estadounidense que armó la contraofensiva americana en Afganistán tras la invasión rusa de 1980, que funciona como una lectura a destiempo de las aventuras actuales en Medio Oriente. Tras haber conseguido un presupuesto cada vez más amplio para financiar a los talibán en su lucha contra los rusos, Charlie Wilson se encuentra mendigando ante los mismos legisladores que antes habilitaron decenas de millones de dólares unos pocos fondos para reconstruir las escuelas y hospitales devastados. Allí, en el Congreso, se queja de que Estados Unidos siempre hace lo mismo: lanza una guerra, la gana y luego deja al país librado a su suerte. El comentario es ingenioso pero esencialmente falso. Luego de su triunfo en la Segunda Guerra, Estados Unidos lanzó el Plan Marshall, el más fabuloso programa de desarrollo de la historia, clave para la reconstrucción de Europa y la prosperidad de lo que Eric Hobsbawm define como “los años dorados del capitalismo”. Por supuesto, esto no es lo que ocurre hoy, y si el desarrollo de Afganistán descansa en la decisión de la CIA de tolerar o administrar la única fuente productiva genuina del lugar (la heroína), y si en Irak todo gira alrededor de la extracción de petróleo, en América latina es poco lo que podemos esperar de Estados Unidos, tanto en términos económicos como políticos: quizás apenas más flexibilidad y un trato más suave. En suma, una distancia benigna, que no necesariamente debe ser vista como un problema, sino como una oportunidad que puede ser aprovechada. Pero eso ya depende de nosotros.

Blues, economía en baja y nada de protesta social

Santiago O´donnel

(...)Nadie sabe quién es el sindicalista preferido de Obama y nadie tampoco parece demasiado interesado en saberlo. Los periodistas se preguntan por tal o cual general, o legislador, o economista o pastor, pero nada de líderes sociales. Aun cuando es evidente que el gobierno ha ordenado un salvataje archimultimillonario para las empresas más ricas, rescate que terminarán pagando los más pobres. Nada. No se percibe que alguna reacción pueda llegar por fuera del sistema representativo y jerárquico que termina en el Capitolio y la Casa Blanca. Nadie se junta para quemar una goma en la ruta. Ningún representante de los desocupados aparece en la televisión, si es que existe alguien merecedor de ese título. Los que sí existen son los consumidores, y los representantes de los consumidores, y los congresistas que dicen representar los intereses de los consumidores. Consumidores sí, pero siempre tomados como individuos, nunca como miembros de una fuerza política con intereses de clase. Y existe California, siempre acusada de superflua, mezquina y desconectada del mundo real, con Terminator gobernador, pero sin embargo protagonista de la única protesta gremial trascendente del año, el paro de los guionistas y escritores que paralizó a Hollywood y los estudios de televisión durante meses. Esta semana otra vez California, que fue el eje de las protestas, esta vez por la decisión de la ciudad de Los Angeles de suspender la entrega de licencias para matrimonios gay, después de que una consulta a nivel estatal para eliminar esos matrimonios ganara en las elecciones del martes. San Francisco, en cambio, anunció que seguirá entregando licencias a pesar de la nueva legislación. Ayer, anteayer y el miércoles hubo manifestaciones en los parques de San Francisco y cartelazos-bocinazos frente a la municipalidad, en Los Angeles. Participaron de varias figuras de Hollywood, entre ellas Steven Spielberg. El martes pasó lo mismo con varias consultas sobre el matrimonio gay en distintos estados del país. Parece que la sociedad norteamericana en general está cómoda con la idea de unión civil, pero todavía falta para lo del matrimonio. En cambio se aprobaron nueve de diez iniciativas a favor del uso de marihuana. En cuatro estados se permitió el uso con receta médica y en otros cinco se descriminalizó la tenencia de pequeñas cantidades. Así, la vieja maquinaria capitalista cruje y chilla pero sigue funcionando, empujada por el avance vertiginoso de la tecnología, que va renovando hábitos de consumo y abriendo nuevos mercados, partiendo las aguas entre el adentro y el afuera, entre los ganadores y los perdedores de la kermese global. La Sprite lima-limón está en vías de extinción. Pepsico la está reemplazando con un producto llamado Sierra Mist, Rocío de la Sierra, que tiene menos gas y azúcar, y se adapta mejor a la onda saludable. Las empresas de bebidas no alcohólicas venden cada vez más jugos y menos gaseosas. Los cigarrillos cuestan nueve dólares y la ciudad de Chicago acaba de pasar una ley prohibiendo su consumo no ya en edificios públicos, sino a diez metros de los edificios públicos. Por ahora la policía no controla la distancia. La televisión ha sido copada por el Triple Play. Las cinco cadenas principales reportaron esta semana pérdidas de audiencia por quinto año consecutivo como consecuencia de que cada vez más gente graba los shows, saca los avisos y los mira por Internet. El problema se agravó por la huelga de escritores, que redujo el número de estrenos. Resultado: pérdidas de casi el veinte por ciento de audiencia y sólo dos estrenos exitosos, ambos con audiencias promedio mayores a los 45 años, que todavía no se ha adaptado a los últimos avances del mercado. La televisión ya no se ve en familia y el dueño del control remoto se ha convertido en un dictador. Ya no sólo hace zapping, sino que interrumpe un partido transmitido en vivo para repetir una jugada, o interrumpe una película para ver otra vez la escena caliente, o graba su chiste preferido de Saturday Night Live y lo repite una y otra vez durante toda la semana. El abono básico del cable ofrece poco más que un interminable listado de canales de noticias. Noticias políticas, noticias financieras, noticias internacionales, noticias de deportes y noticias de lo que hay que comprar. Todas con el mismo formato: presentador, video de diez segundos, entrevista breve con invitado, discusión rápida con el panel de expertos y vuelta a empezar con el presentador. Mezclados entre los canales de noticias asoman las cinco cadenas con sus viejas sitcoms y un par de canales de documentales. Nada más. Para ver el resto hay que entrar en contacto con el vasto mundo de Internet, que sigue creciendo y ocupando espacios en la vida pública y privada de los norteamericanos. Un estudio de mercado publicado esta semana muestra que hoy el 85 por ciento de los estadounidenses compra su auto con la ayuda de Internet. Hace cinco años apenas el cinco por ciento lo hacía. Ni hablar de la campaña presidencial. Con la ayuda de Internet, Obama quintuplicó en recaudación a su rival republicano, diferencia que fue crucial, ya que le permitió en la última semana saturar con avisos a varios estados que venían votando al republicano y que el martes se dieron vuelta. Internet también proveyó a Obama entre cinco y diez millones de nuevos votantes y un ejército de voluntarios motivados que usaron blogs, chatrooms y cadenas de mensajes de textos para mantener alta la motivación de los voluntarios y crear una sensación de cercanía entre el candidato y sus seguidores que había estado ausente las últimas campañas. Obama había anunciado a su compañero de fórmula por mensaje de texto y no bien fue elegido, dejó claro que seguirá usando Internet como principal herramienta de comunicación. Claro, sin desatender a la prensa tradicional. Lo primero que hizo cuando fue anunciado como ganador, aun antes de salir a hablar en Grant Park, fue mandarles un e-mail a todos sus contribuyentes, titulado “Cómo lo hicimos”, en el que Obama compartió su victoria con sus voluntarios y simpatizantes. Dos días más tarde, en su primera conferencia de prensa como presidente electo, cuando le preguntaron por el perro que llevará a la Casa Blanca, Obama se tomó el tema muy en serio. “Es la pregunta que más me hacen en mi página web”, empezó, y después dio un detallado informe sobre cómo viene la búsqueda. Expulsadas del espacio público por la dictadura modernista, las redes sociales crecen y se reproducen en el espacio virtual, generando nuevas formas de activismo social que a veces se transforma en masa crítica al unir individuos con intereses en común que se resisten a ser meros consumidores. Pero como dicen los norteamericanos, los viejos hábitos tardan en morir. En el centro de Chicago, bajo los puentes de las vías que ambientaron tantas escenas de tantas películas de gangsters, todavía es posible refugiarse del frío y la lluvia en un barcito de sótano. Son esos bares apretados y oscuros, atendidos por sus dueños-músicos, que van desapareciendo a medida que los rascacielos avanzan sobre las casas antiguas del downtown. Lugares donde todavía es posible ver las caras de siempre, acomodarse en la barra y sorber cerveza mientras la banda de la casa toca un viejo blues. Acá dicen que las grandes canciones deben mencionar, necesariamente, a los trenes y los corazones rotos. Anoche lloraba el saxo, golpeaba el piano, picaba la guitarra y embrujaba el bajo en el Underground Bar de la calle diecinueve, cuando la dueña del bar entonó melancólica aquella estrofa de Jerry García: “Suena tu silbato tren de carga, Llévame lejos por las vías, me estoy mudando de aquí, me estoy yendo hoy. Me estoy yendo, para nunca más volver”.

(Página 12/ 9-11-2008)

“Demócratas y republicanos son casi iguales” Por Vicente Romero Desde Pine Ridge, Dakota del Sur El mismo día en que los demás norteamericanos elegían al próximo inquilino de la Casa Blanca, los descendientes de los sioux que sobrevivieron al genocidio perpetrado contra los indios a finales del siglo XIX votaron para designar un caudillo capaz de exigir al Gran Jefe de Washington que remedie la miseria a la que permanecen condenados. No le faltan razones a Gary Rowland –uno de los activistas de la rebelión en Wounded Knee, hace 35 años– cuando denuncia que “las condiciones de vida en la reserva son peores que las de muchos países del Tercer Mundo”. Porque Pine Ridge es una de las zonas más deprimidas de los Estados Unidos: un desempleo superior al 80 por 100, un índice de suicidios que dobla la media nacional y una expectativa de vida de sólo 43 años para los hombres y 52 para las mujeres. Dos candidatos compitieron en las urnas por la jefatura de los sioux: la senadora estatal demócrata Teresa Two Bulls y el histórico dirigente radical Russell Means. La señora Two Bulls, miembro de una de las principales familias de la tribu, le ganó con su promesa de un liderazgo fuerte que contribuya al cambio prometido por Obama. Y habla de “ir a Washington, no para pedir sino para exigir que, en cumplimiento de los viejos tratados siempre traicionados por el hombre blanco”, se dote a su pueblo de educación, salud y derechos sociales. Frente a las buenas palabras de la ganadora demócrata, Russell Means califica de “farsa” a las elecciones norteamericanas y las describe como una operación de marketing político: “Se hace creer a los votantes que, tras el desastre presidencial de Bush, todo volverá a ir bien. En los últimos años prácticamente han desaparecido los derechos individuales. Demócratas y republicanos son casi iguales. Y ahora nos dicen: ‘Mira, ahora pudimos escoger a un negro, qué gran país somos”. Ah, los Estados Unidos son el peor chiste de la historia de la Humanidad”. Fundador del Movimiento Indio Americano y dirigente de la protesta de 1973, Russell Means sufrió cinco intentos de asesinato, pasó por la cárcel y ya no cree en nada ni en nadie. Trabajó en la industria de Hollywood (puso la voz al padre de Pocahontas; actuó en El último mohicano); al igual que el mítico Toro Sentado (Sitting Bull) participó en el circo de Buffalo Bill. Pero el histórico dirigente nunca ha renunciado a denunciar los crímenes cometidos contra su pueblo: “No caben esperanzas. América continúa la marcha hacia el fascismo. La diferencia entre la de hoy y la de hace 30 años es tan clara como la diferencia entre la noche y el día. Ahora los poderes ocultos, los años del capital, las corporaciones como Morgan, Dupont y Rockefeller, o el grupo Titan, se han unido en una economía incestuosa y han formado un tejido mucho más poderoso e implacable. Ahora han escogido a Obama. Desde los años ochenta los banqueros, los amos del mundo, se fijaron en él. Pero el imperio americano está colapsando como lo acaban haciendo todos los imperios, desde dentro. El sistema liberal capitalista se está muriendo. ¿Cuál es el capítulo siguiente? ¿El fascismo? La única cultura política de este país es la ambición. Blancos, negros y amarillos llegaron aquí movidos por la ambición”. Russell Mean propugna una República India de Lakota (nombre autóctono de su pueblo, ya que sioux les fue puesto por los franceses) capaz de negociar de nación a nación con los Estados Unidos. Una utopía con la que incluso resulta difícil soñar, cuando las instituciones políticas y sociales ignoran los derechos más elementales de la ciudadanía indígena. “Habría que considerar esta reserva como una zona de desastre –sintetiza Means–. La gente vive en la miseria, sin trabajo ni seguro médico.”

martes, 4 de noviembre de 2008

No hay excusas

El puente y las AFJP Por José Nun John Stuart Mill, el gran filósofo británico del liberalismo, se planteaba el problema siguiente. Supongamos, decía, que un forastero llega a una aldea y se propone cruzar un puente situado a gran altura. Los lugareños saben que el puente es intransitable y se desmoronará si alguien intenta atravesarlo. ¿Qué hacer frente al forastero sin afectar su libertad de elección? La respuesta de Mill es que se lo debe poner al tanto de la situación y, después de hacerlo, dejar que sea él quien decida. Es decir que la visión individualista de la que parte su razonamiento (y que, años después, el propio Mill moderaría) es tan intensa que ni siquiera se le ocurre pensar que las autoridades o los vecinos mismos habrían podido clausurar el puente para evitar que los peatones corriesen peligro. Se habría tratado de una decisión colectiva perfectamente legítima y éticamente irreprochable. Recordé este ejemplo ilustre en estos días en que tantos políticos opositores baten el parche con el tema de la opción que hicieron tiempo atrás muchos argentinos a favor del régimen jubilatorio de capitalización. Es indiscutible que este régimen se halla en crisis, que el valor de los depósitos se encuentra en caída libre y que el Estado nacional no tendrá más remedio que acudir en ayuda de todos los aportantes que se irán viniendo abajo bastante antes de llegar a la otra orilla. Lo más notable es que pocos de esos críticos se atreven a defender a las AFJP pero, como en el ejemplo de Mill, apelan sin siquiera saberlo a un individualismo decimonónico para reivindicar la libertad de elección de los aportantes. ¿Por qué no reconocer que éstos optaron en un momento en que había fundadas sospechas de que el puente era intransitable pero no todavía la absoluta certeza que existe en la actualidad? Más aún: si no lo clausurase de inmediato, el Gobierno estaría incumpliendo su mandato constitucional.

viernes, 31 de octubre de 2008

Poder

Manifestación del poder Por Alfredo Zaiat Los grandes grupos agropecuarios y los inversores financieros en pools de siembra, integrados en la trama multinacional sojera, contaron con los pequeños productores como la avanzada visible para frenar la resolución que disponía derechos de exportación móviles para cuatro cultivos claves. Tuvieron éxito en esa misión, cuyo saldo fue la peor ecuación económica para esos pequeños productores. Además instalaron un clima para su desaliento que facilitará el proceso de concentración de la actividad. Responsabilidad que deberán asumir sus dirigentes & socios alienados por la movilización de la burguesía agraria y urbana, sujeto social que logrado su objetivo político y económico los ha abandonado a su suerte. Antes, la angustia era de pequeños productores. Ahora, es de ahorristas. El temor inducido es un instrumento eficaz del poder económico para frenar medidas, tibias o audaces, que pretenden afectar privilegios de décadas. Ese sector vulnerable, que busca estrategias defensivas para su capital, es víctima, no culpable de la inestabilidad. Su precaución es comprensible frente a un escenario de incertidumbre, aunque termina siendo funcional a los grupos más concentrados de la economía. Financistas & afines están enfurecidos porque el fin de las AFJP termina con la apropiación de rentas que contabilizaban con el dinero previsional de los trabajadores. Esa irritación no tiene su origen en la noble preocupación por las futuras jubilaciones, sino que se reconoce en el papel dominante que asumirá el Estado en dos áreas sensibles para el poder económico: por un lado, pasará a detentar relevantes participaciones accionarias en un lote importante de empresas líderes por un total de 9000 millones de pesos y, por otro, podrá reordenar los plazos fijos de las AFJP colocados entre decenas de bancos elegidos que suman unos 7000 millones de pesos. Es mucho el poder y el dinero que está en juego. Frente a esa fuerza que recupera el Estado para estar en condiciones de intervenir, regular y controlar, los grandes jugadores del sistema financiero han ingresado en un trance de cólera permanente. Empezaron con la corrida sobre acciones y bonos, para luego apostar fuerte en el mercado cambiario. La generación de un estado de incertidumbre con una batería de rumores de conocidos dramas financieros (devaluación, default, corralito, reservas, cuasimonedas) busca asociar a pequeños ahorristas en la cruzada contra la iniciativa de terminar con el régimen de capitalización individual. La baja de acciones y bonos, con la disparada del riesgo país, no gatilló un fuerte corrimiento al billete verde. Entonces se subió la apuesta con la convocatoria a la corrida a través de títulos temerarios, junto a informes de economistas de la city adelantando escenarios catastróficos. Frente al proyecto que elimina a la AFJP, repiten los mismos argumentos llenos de calificativos despectivos y vacíos de contenidos esgrimidos contra las retenciones móviles: “torpe”, “improvisado”, “oportunista”, “fiscalistas”, con la esperanza de repetir ese desenlace. En ese contexto, la cotización del dólar no refleja sólo la tensión por la competitividad de la economía, como la UIA expresa con desestabilizadora presión, ni las posiciones defensivas del denominado chiquitaje. Es también una manifestación del poder, que no es otro que el económico.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Dialéctica

Por fin, el fin
Por Alfredo Zaiat
El jefe de la mafia con el arma en la mano y el asesinado en el piso es una prueba contundente de culpabilidad. El traficante de drogas capturado con su cargamento en la mochila es un indicio bastante fuerte de una violación a la ley. La venta acelerada de títulos y acciones que derrumbaron sus cotizaciones es la demostración más transparente de la existencia de una asociación de financistas & afines para lucrar con el dinero previsional de los trabajadores. Si se trata de un delito, la utilización de esos fondos que no les pertenecen para expresar el rechazo al proyecto del Gobierno será tarea de la Justicia. Pero han dejado con total impunidad, que es la forma en que se mueve el poder financiero, las huellas bien visibles para avanzar en esa investigación. El argumento más común y superficial de banqueros, economistas de la city y el coro afinado de voceros interesados es que las críticas a las AFJP son por “ideología”. Se trata de un debate absurdo, porque toda opinión a favor o en contra de un modelo económico, de una orientación que defina la autoridad monetaria con el tipo de cambio o de una organización del sistema previsional está basada en una determinada cosmovisión del mundo. O sea, de una ideología, palabra que en general es utilizada por el pensamiento conservador para descalificar convicciones que se enfrentan al discurso dominante. Resulta esclarecedora la discusión ideológica que permite conocer si es más importante el haber jubilatorio o las cuentas de banqueros y gerentes privilegiados abultadas con el dinero de los trabajadores. Las AFJP han demostrado en la práctica que han sido una enorme estafa previsional. Con datos “objetivos”, como gustan hablar los abanderados de la restauración conservadora. Casi ninguna de las promesas vendidas con excelentes campañas de marketing fue realidad para los trabajadores jubilados o próximos a jubilarse. Ni lo serían nunca en el futuro, como lo demuestra la experiencia de casi 30 años del sistema chileno, que ya alcanzó su etapa de maduración y permite observar en forma rotunda su fracaso. Además de no brindar una prestación digna a los jubilados y de jugar con el aporte previsional de los trabajadores, el régimen privado desfinanció al Estado hasta arrinconarlo en una posición que lo obligó, entre otros factores, a declarar el default en 2001. Este tuvo como uno de sus impulsores la propia estructura del sistema previsional privado, que poseía el germen del default. Es una situación similar a la quiebra del Lehman Brothers: su debacle y la de los otros bancos de inversión no fue sólo por la codicia de los financistas, sino que el sistema de autorregulación del fundamentalismo de mercado es el que permitió el crecimiento de esas entidades y de ese tipo de banqueros. Resulta difícil encontrar hoy en Estados Unidos analistas que defiendan a Lehman Brothers. En cambio, no debería extrañar que los haya aquí para las AFJP. No será una tarea sencilla desmontar el engendro del régimen de capitalización privada. Requerirá de habilidad y capacidad técnica para empezar a ordenar un sistema que fue desquiciado por los banqueros. Junto a la reestructuración de la deuda en default, la eliminación de las AFJP constituye una de las principales medidas de la administración kirchnerista que afecta al poder financiero. Se entiende así la reacción furiosa de banqueros, asesores, economistas, corredores bursátiles, gerentes financieros & otros aliados que integran una asociación dedicada a lucrar con el dinero de los trabajadores. Pocas labores han sido más perversas y miserables que enriquecerse con esos fondos. La cuestión no es que el Estado se queda con los fondos para pagar deudas, sino que ese dinero vuelve al lugar original de un Sistema de Seguridad Social. El stock de capital acumulado durante catorce años en esas cuentas, deducido el obsceno monto de 9000 millones de dólares en comisiones, regresa al canal legítimo de un régimen previsional. Lo otro era un negocio financiero para un sistema de imprevisión social. Para adelante, será tarea de definir el mecanismo transparente de administración y control de esos recursos, que requerirá de destreza para desarmar con paciencia la temeraria estrategia de invertir fondos previsionales en acciones, fideicomisos financieros o bonos de deuda privada. La reforma de 1994 impulsada por la dupla Carlos Menem-Domingo Cavallo, con el aval y financiamiento del FMI y Banco Mundial, desfinanció al Estado al desviar los aportes jubilatorios de los trabajadores hacia las AFJP. Se diseñó así una calesita financiera abusiva: - El Estado contabilizaba un bache en la cuenta de Seguridad Social del Tesoro Nacional por el dinero girado a las AFJP. - Para cubrirlo emitía títulos públicos. - Esos papeles los compraban las AFJP. - Los adquirían con el dinero que recibían de los trabajadores. - Esos aportes antes iban al Tesoro Nacional. El Estado quedaba en una posición financiera exigente por una deuda creciente precisamente por ese desfinanciamiento de la Seguridad Social. Las dificultades para cerrar ese déficit se agudizaban debido a que siguió pagando los haberes. Ese desequilibrio de las cuentas públicas provocó el incremento de la tasa de interés del endeudamiento necesario para cubrir ese bache. El costo de esa calesita fue una de las más pesadas mochilas que dejó la década del noventa. Teniendo en cuenta que la deuda del sector público nacional se incrementó en 66.500 millones de dólares entre diciembre de 1994 y de 2001, el sistema de AFJP explica por sí sólo 41.300 millones de dólares de ese aumento (el 62 por ciento). Ese monto surge de 31.800 millones de dólares de emisión de títulos públicos para compensar los fondos no ingresados, a los que se sumaron 9500 millones de dólares por el costo del endeudamiento por este concepto, con una tasa de interés promedio de 9,6 por ciento anual. Varios son los hechos que se fueron revelando acerca de la inutilidad de la vigencia de AFJP. La más grosera es que el Estado tuvo que salir a completar el haber paupérrimo que entregan las AFJP a los ya jubilados privados. Como el dinero acumulado en los fondos privados, a lo que se le suma el aporte público que marca la ley (la prestación básica universal y la de permanencia), resulta una jubilación por debajo de la mínima, la Anses salió a completarla para alcanzar ese piso. Parece un absurdo si se tiene en cuenta que en su momento se presentó la reforma como más conveniente frente un régimen público de reparto, y ahora es el fisco el que tiene que venir a rescatar a los jubilados privados de haberes miserables. La capitalización privada no redujo –como se argumentaba– la evasión o morosidad previsional. Además hay una baja proporción de aportes efectivos. Sólo el 40 por ciento de los afiliados contribuye al sistema. Los aportes voluntarios son insignificantes en relación a la recaudación total (0,3 por ciento), siendo que uno de los eslóganes de propaganda era que los afiliados iban a optar por engrosar sus cuentas porque verían que el sistema era muy bueno. El nuevo régimen no incentivó la afiliación y la relación entre aportantes y la población ocupada se redujo del 42,3 al 38,6 por ciento. En cuanto a la supuesta competencia que se iba a producir entre las AFJP, de las 26 compañías que comenzaron a operar en 1994, hoy sólo quedan 10. Estos datos indican una tendencia a la oligopolización del mercado, que se opone a los presuntos incentivos para reducir costos y mejorar los servicios. Las AFJP se apropiaron vía comisiones, en promedio, de un tercio de los montos recaudados. Según información de la Anses, los gastos operativos del régimen público representaron entre 1999 y 2005 sólo el 1,6 por ciento de las contribuciones y los recursos tributarios percibidos con fines previsionales, lo que resulta veinte veces más barato que el costo de administración del sistema de capitalización. El sistema fue concebido para maximizar el beneficio de las AFJP. Los fondos gestionados por las AFJP se fueron incrementando gradualmente a lo largo del tiempo, pero esa creciente masa de recursos estuvo lejos de fomentar el desarrollo del mercado local de capitales. Los fondos de las AFJP no fueron canalizados hacia proyectos de inversión que apuntalaran el crecimiento económico. La supuesta solvencia intertemporal del sistema previsional con fondos invertidos en volátiles mercados bursátiles quedó hecha añicos. Terminar con el régimen de capitalización es adelantarse y evitar que los actuales trabajadores puedan tener un panorama desolador en su etapa de retiro del mercado laboral. En países con el nivel de desarrollo de la Argentina, con su actual estructura de empleo, es imprescindible universalizar la cobertura, objetivo sobre el que se avanzó en estos años, y adoptar una visión de la jubilación basada fundamentalmente en la solidaridad intergeneracional del reparto. Poner fin, por fin, a las AFJP es en ese sentido una medida reparadora y de justicia redistributiva. azaiat@pagina12.com.ar //

domingo, 12 de octubre de 2008

N. Chomsky diserta sobre la situación en América Latina -con subtítulos en español-

Es del 2006....

Fragmento de un reportaje a N. Chomsky (17-01-2008) -con subtítulos en español-

Reportaje a Perry Anderson - en inglés -

¡Es evolución , nena!

¡Y resulta que ahora nos quieren hacer creer que la crisis es natural!

Pearl Jam / Do the evolution

_______________________________________________________________

"Crisis, pero ¿qué clase de crisis? No se trata, como algunos se ilusionan, del derrumbe del capitalismo; desgraciadamente éste no caerá si no irrumpe un sujeto social y político que lo haga caer. Y en el corazón del sistema, por ahora, ese sujeto está ausente. Pero lo que sí se ha derrumbado es el neoliberalismo, el paradigma que definió la articulación entre mercado, Estado y sociedad en los últimos treinta años y que tantos estragos causara en nuestro país. Si hay algo que celebrar es que ese modelo, en donde el capital gozó de ventajas, prerrogativas y privilegios sin precedentes, murió en medio de un colosal big bang financiero. Ahora se abre una nueva etapa y sus características dependerán de la forma en que se desenvuelvan las contradicciones sociales que brotarán en los espacios nacionales y en el ámbito internacional. También del grado de conciencia y de la capacidad organizativa de los oprimidos por el sistema y de las políticas que adopten los gobiernos.

Esta crisis constituye un gran desafío para la izquierda; la respuesta inicial del capital será, como siempre, socializar las pérdidas y garantizar la apropiación privada de los beneficios. Como observa Chomsky, para tranquilizar al capital habrá Estado, mucho Estado; de los asalariados ya se hará cargo el mercado. Habrá que luchar con todas las fuerzas para evitar que tal cosa ocurra y que la salida de la crisis –por izquierda, porque no hay otra– nos instale en un terreno desde el cual avanzar en la construcción de una alternativa socialista, la única capaz de resolver los ingentes problemas sociales, económicos y políticos, ecológicos que genera el capitalismo. Como decía Danton en el torbellino de la Revolución Francesa, en épocas como ésta se requiere de audacia, más audacia, siempre audacia. ¿La tendrá nuestro Gobierno? ¿La tendrán los gobiernos del deslavado “centroizquierda”? La ambigüedad y el “realismo posibilista” que los han guiado son la ruta segura para la profundización de la crisis y una nueva frustración."

Atlio Borón, Página 12./ 12 de octubre de 2008.

El gato se muerde su propia cola. La crisis norteamericana tiene rasgos comunes con las que se produjeron recientemente en países periféricos. La diferencia es el tamaño de la economía, el enorme poder militar y político y la persistencia del cada vez más declinante patrón dólar. La economía estadounidense da la impresión de tener una salud bien frágil y reanima viejos debates acerca del eclipse de su hegemonía en el orden mundial. La historia nos indica que los imperios no duran para siempre, y que en el largo plazo tienen un ciclo casi inexorable que marca etapas de auge y caída: desde las antiguas Grecia y Roma hasta los que en épocas más recientes lograron imponer por un más de un siglo la Pax Britannica. ¿Le tocará ahora a EE.UU. vivir una lenta decadencia como la del Reino Unido desde fines del siglo XIX hasta la segunda posguerra? ¿Podrá recuperarse gracias, en buena medida, a circunstancias excepcionales, como las guerras; a la posibilidad de descargar su crisis sobre otros países; o al derrumbe de sus rivales, como pasó con la ex URSS?

La conclusión principal que surge de ese panorama geopolítico y económico, no es, sin embargo, el definitivo derrumbe del gigante americano, aunque se empieza a revelar una verdad que no se aceptó en su momento: el Muro de Berlín no se cayó de un solo lado sino de los dos. En realidad, fue un golpe de gracia también para el capitalismo del Norte, que pensó equivocadamente en rentabilizar nuevos mercados. Algo que su propia estructura productiva necesitaba, porque las mayores desigualdades de ingreso fomentadas por los últimos gobiernos no le permitían absorber localmente gran parte de sus excedentes de producción. La salida fue recurrir al gasto público en guerras absurdas que alimentaron el terrorismo y en crear burbujas especulativas a través del sistema financiero como la de las subprime, en una sociedad ya sobreendeudada. Mientras tanto, se generaban del otro lado del muro derrumbado mafias competitivas en base a los restos del ex capitalismo de Estado o se manifestaba impotencia frente a la criminalidad internacional, bien servidas ambas por los paraísos de la droga y fiscales.

En teoría, como sucedió en otros tiempos, las consecuencias negativas de la crisis podrían dar un mayor margen de maniobra a las otras potencias mundiales, tanto a las viejas, como las que integran la Unión Europea, como a las nuevas. La UE tendría ciertas ventajas por disponer de la principal divisa rival, y algunos países árabes quisieron temerariamente aprovecharla, pero su dirigencia se enredó en el mismo software de ideas del neoliberalismo y la especulación financiera. Además, carece geopolíticamente de un poder homogéneo –que ningún Banco Central puede reemplazar– y conlleva el déficit de su escaso peso estratégico y militar, una autoamputación de origen al aceptar integrar la OTAN en vez de tener un organismo de defensa propio. A lo que se añade la presencia inquietante de Rusia y la carga que suponen los recién incorporados países del este. En el continente asiático, la gran incógnita es el futuro de China, que debe resolver aún el problema de la propia integración de su mercado nacional. Pero esto implica, en un país autoritario, ir más lentamente de lo que requiere la circunstancia de la crisis. En vez de colocar su excedente económico en la inmensa población que se halla todavía en los márgenes del crecimiento prefiere seguir guardándolo en los más seguros (sic) cajeros de Occidente, salvo que se le ocurran otros destinos, como apresurar una estrategia político-militar propia. Japón, Corea del Sur, la India, son vértices importantes de la ecuación continental cuyas reacciones pueden hacerse sentir.

Para el brasileño José Luis Fiori, que no coincide con la tesis de la decadencia del imperio americano, es necesario explicar la paradoja de la “fuga para el dólar” como respuesta a la crisis del propio dólar. Y su razonamiento es sencillo. Desde los años setenta, EE.UU. se convirtió en el “mercado financiero del mundo” y la Reserva Federal pasó a emitir una moneda nacional de circulación internacional, sin base metálica, administrada a través de las tasas de interés de la propia institución y de los títulos del tesoro del gobierno estadounidense. Esto implica que el ajuste interno de EE.UU. será distinto al del resto de los países: es un país deudor que no depende de otros para determinar cómo va a pagar su propia deuda externa. “Una mágica singularidad imbatible –dice Fiori– porque se sustenta de forma exclusiva, en el poder político y económico norteamericano.” En otras palabras, a diferencia de lo que ocurrió con el más reciente endeudamiento externo argentino, el principal deudor mundial puede atraer capitales, con la “seguridad” que le brindan (o brindaban) sus bonos estatales, para conseguir así los fondos que le hacen falta. O, en circunstancias extremas como las actuales, endeudar a sus contribuyentes, ya altamente comprometidos, emitiendo dólares para ayudar al capital en desgracia producto de una especulación desenfrenada. Pero, recordemos que aunque vivió mucho tiempo en forma parasitaria ningún artilugio financiero impidió la declinación del ex imperio británico y el esfuerzo de la banca europea para ir en ayuda del coloso del Norte es un síntoma inquietante de que los mecanismos de siempre ya no sirven tanto.

En este marco, asoman los países latinoamericanos. Desde comienzos del siglo XXI, después de padecer pasivamente las crisis de los modelos neoliberales mostraron una franca recuperación política y económica, con procesos de integración nacional y regional inéditos. Teniendo pendientes graves problemas de pobreza y distribución de los ingresos pueden disponer, sin embargo, de márgenes de autonomía impensables hasta hace poco tiempo como en los años ’30. La restauración “liberal-conservadora” está retrocediendo, mientras comienza a prevalecer una visión que recupera el rol de los Estados nacionales por sobre los mercados autorregulados y el endeudamiento externo. Desde la periferia de la economía mundial se está potenciando así un nuevo mapa del mundo, con el adicional protagonismo de una insospechada América latina, que aunque seguramente se verá afectada por la crisis, pone en cuestión en su mismo continente el poder norteamericano. En todo caso, la consolidación de bloques regionales, la aparición de monedas competitivas del dólar y el paulatino abandono, en muchas partes, de los presupuestos del neoliberalismo, constituyen tendencias opuestas que abren un interrogante sobre la evolución futura de la economía mundial. Si no podemos ver el final del túnel, al menos es necesario avizorarlo.

Para terminar, una reflexión más. El salvataje actual no puede compararse al intervencionismo de corte keynesiano para elevar la demanda efectiva, como sucedió con el New Deal de Roosevelt. Su objetivo es otro: salvar a empresas en bancarrota, a grandes financistas e inversores, aun a costa de la salud económica de la mayoría de la población. Se trata de una socialización de las pérdidas de los ricos. Estamos en el terreno, como dice John Lipsky, director general adjunto del FMI, de “pensar lo impensable”, es decir recapitalizar entidades financieras con el dinero público, lo que en otra época se llamaba nacionalización. El capitalismo liberal norteamericano se ha transformado, vaya paradoja, en un capitalismo de Estado al estilo del de la ex URSS.

Mario Rapaport, Página 12./ 12 de octubre de 2008

jueves, 9 de octubre de 2008

Falleció Nicolás Casullo

Murió Nicolás Casullo Nicolás Casullo, que falleció hoy a los 64 años, fue artífice de una obra en la que se dedicó a repensar la función del lenguaje y las palabras además de desarrollar una crítica cultural que cuestionó los paradigmas dominantes de la sociedad contemporánea. Militante de la palabra, intelectual ligado al reciente grupo Carta Abierta, que defendió los postulados del gobierno de Cristina Kirchner frente al conflicto con el campo, Casullo tuvo un compromiso social y político durante la época de los 70 que lo condujo al exilio. Un compromiso que prosiguió a su regreso al país siempre a través de la discusión, las clases y sus escritos. En su ultimo libro "Las cuestiones" (2007), "Casullo aborda el tema de la violencia a partir de una carta del filósofo Oscar del Barco que golpeó mucho entre la intelectualidad porque planteaba el 'no mataras' como eje de la discusión, un tema que el retoma y desarrolla aún más", recordó hoy el filósofo José Pablo Feinmann. Este investigador y académico, ganador del Premio Konex 2004 al Ensayo Filosófico, fue un defensor de lo que denominaba la "crítica de la sospecha" o la "crítica radical" encarnada por Jean-Jacques Rousseau, Karl Marx, Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, György Lukács, Karl Kraus, Theodor Adorno, la Escuela de Frankfurt y gran parte del romanticismo. Profesor titular e investigador en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Quilmes de las cátedras "Historia de las ideas modernas", e "Historia del arte"; Casullo dedicó gran parte de su obra a cuestionar las investigaciones académicas acotadas, rutinarias y seriales que, a su criterio, determinaban "la vejez de las antiguas posturas". Sus numerosos ensayos están centrados en recuperar la memoria, historia y trayectoria de la lógica social, ideológica y política para reponer una crítica cultural que no sólo impulse estudios parciales, sino que cuestione los fundamentos de una sociedad contemporánea globalizada y trasnacionalizada. Entre éstos se encuentran "Comunicación, la democracia difícil" de 1985; "El debate modernidad-posmodernidad", publicado en 1989; "Viena del 900, la remoción de lo moderno", editado en 1990; e "Itinerarios de la modernidad", de 1994. También fue autor de los ensayos "París 68, las escrituras y el olvido" (1998); "Modernidad y cultura crítica" (1998); "Sobre la marcha: política y cultura en la Argentina" (2004); y "Pensar entre épocas" (2004). Casullo -quien se desempeñó como Director de la Maestría de Comunicación y Cultura de la UBA y fue miembro de la Comisión de Doctorado de la Facultad de Ciencias Sociales- dirigió la revista "Pensamiento de los Confines". Esta revista, lanzada en 1995, contó con la colaboración de amigos y colegas, entre otros, Alejandro Kauffman, Matías Bruera, Ricardo Forster, Héctor Schmucler, Oscar del Barco, Gregorio Kaminsky, Eduardo Gruner y Damián Tabarovsky. Se trató de una publicación de pensamiento contestatario, que buscaba reponer una mirada crítica, profunda y radicalizada sobre la sociedad actual, que reunía, entre otros textos de Thomas Mann, Gilles Deleuze, Samuel Beckett, Franco Rella y Nicolás Rosa. Este académico escribió en 1969 su primer novela, titulada "Para hacer el amor en los parques"; tras lo cual le siguieron otras dos; "El frutero de los ojos radiantes" en 1984 y "La cátedra", en 2000. Quien fuera profesor de Estética, Historia de las Ideas e Historia del Arte en la UBA también apostó en sus trabajos a recuperar la escritura como momento de investigación y de iluminación. Investigador incansable e inconformista, expresó en sus obras su rechazo y disgusto respecto de cómo se presenta y cómo se discute en la actualidad la condición social, histórica y humana. Su espíritu inquieto, como lo calificó Feinmann, se extrañara en esas aulas universitarias que Casullo llenó de compromiso y conocimiento, una ausencia que se empezará a presentir desde hoy cuando sus alumnos concurran a la Biblioteca Nacional a despedir al querido maestro. Publicado en Página/12, el 9 de octubre de 2008
_______________________________________________________________
El escritor, ensayista e intelectual Nicolás Casullo, falleció a los 64 años y sus restos eran velados esta tarde en la Biblioteca Nacional en Las Heras y Agüero. Una de las primeras repercusiones de su fallecimiento provino del decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Federico Schuster. "Es una enorme tristeza porque se trata de una persona entrañable a la que aprendí a querer mucho, un gran profesor de nuestra facultad y un gran intelectual", dijo Schuster, quien destacó la "estatura humana y envergadura intelectual" de Casullo y afirmó que era "un lujo poder leerlo". "Esta es una pérdida infinita para la cultura argentina. Se fue un amigo del alma, un hombre comprometido con su tiempo y el destino del país, capaz de una ética absoluta", dijo a Ricardo Foster, quien junto a Casullo y Carlos Girotti fundaron "Carta Abierta". En tanto, Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, valoró "el estilo mordaz, irónico, rioplatense" de la obra de Casullo, y recordó que vivió "en permanente exilio, aunque siempre asociado a las causas populares". Por su parte, la secretaría de Derechos Humanos expresó, en un comunicado, su pesar por el fallecimiento del novelista, al considerar que su muerte es una "sensible pérdida para la cultura nacional". Trayectoria. El intelectual fue el principal inspirador del grupo Carta Abierta. Fue ganador del Premio Konex 2004 al Ensayo Filosófico, fue un defensor de lo que denominaba la "crítica de la sospecha" o la "crítica radical" encarnada por Jean-Jacques Rousseau, Karl Marx, Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, Georgy Lukacs, Karl Kraus, Theodor Adorno, la Escuela de Frankfurt y gran parte del romanticismo. En el ámbito académico fue profesor titular e investigador en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Quilmes de las cátedras Historia de las ideas modernas , e Historia del arte . Casullo también se desempeñó como Director de la Maestría de Comunicación y Cultura de la UBA y fue miembro de la Comisión de Doctorado de la Facultad de Ciencias Sociales. Entre sus numerosos ensayos se cuentan Comunicación, la democracia difícil de 1985; El debate modernidad-posmodernidad , publicado en 1989; Viena del 900, la remoción de lo moderno , editado en 1990; e Itinerarios de la modernidad , de 1994. También fue autor de: París 68, las escrituras y el olvido (1998); Modernidad y cultura crítica (1998); Sobre la marcha: política y cultura en la Argentina (2004); y Pensar entre épocas (2004).Dirigió la revista Pensamiento de los Confines , lanzada en 2006, donde contó con la colaboración de amigos y colegas, entre otros, Alejandro Kauffman, Matías Bruera, Ricardo Forster, Héctor Schmucler, Oscar del Barco, Gregorio Kaminsky, Eduardo Gruner y Damián Tabarovsky. Su primera novela, Para hacer el amor en los parques , la escribió en 1969, y le siguieron otras dos; El frutero de los ojos radiantes en 1984 y La cátedra , en 2000. Nicolás Casullo nació en Buenos Aires en 1944 y vivió parte de su vida en barrio porteño de Almagro. En noviembre de 1974 debió exiliarse en el exterior. Primero fue Cuba, después Venezuela, hasta llegar a México en 1976, donde ejerció como profesor de la Universidad de México (UNAM) y vivió hasta 1983, cuando regresó al país.
Agencias DyN y Télam , publicado por La Nación, 9 de octubre de 2008.
__________________________________________________________________
La (s) derecha (s)
Por Nicolas Casullo * A partir del triunfo de Macri en la Capital y del tipo de efervescencia ideológica que lo acompaña mediáticamente, creo que comienza un tiempo donde el centroderecha se piensa a sí mismo y lleva a que se lo piense de manera más detallada. Hasta hace un par de semanas la derecha aparecía al interés divulgativo como un conglomerado informe, bastante indiferenciado, con algunos referentes en estado potencial e intercambiables. La situación ha variado con esta conmoción porteña y la propia derecha necesita asumirse en el actual escenario político nacional con sus perfiles más definidos. ¿Es todo un mismo conglomerado que puede ser referido a cualquiera de las figuras que hoy se sitúan básicamente desde una perspectiva antikirchnerista? ¿Es una interna entre equivalentes, que la desesperación del establishment y su periodismo llama a aliarse cuanto antes? La patética izquierda radicalizada tiene la costumbre de saldar de esa forma: todo es lo mismo menos yo. Todo eso sería la derecha. Pero en todo caso se perciben las primeras tomas de conciencia del significado del triunfo de Macri, aun para aquellos intelectuales antikirchneristas que de pronto olfatean vientos antiguos y por demás reconocidos. Los “derechos humanos son cosas del pasado”, “hay que echar a 20 mil personas”, “no hacen falta identidades políticas para solucionar los asuntos de los vecinos”. Las palabras despabilan memorias y conciencias. Me parece que el propio centroderecha buscará ahora distinguir sus perspectivas, sus lineamientos dentro del sistema democrático, sus existencias diversas. Tenemos derechas programáticas que reivindican la clásica política y a un electorado que escucha claramente sus planteos y acuerdos, sus cosmovisiones, como pueden ser el liberalismo republicano de López Murphy, o una variable duhaldista-kirchnerista detrás de la figura de Lavagna. Esta sería una derecha con sus bemoles particulares parecida a las de Uruguay, Chile, Brasil, México, España. Tenemos además, en Capital Federal, el macrismo como la derecha cualunquista, antipolítica, un populismo neomenemista que aglomera desde jóvenes gerentes de universidades privadas hasta resentidos desplazados de los ’90, muy cercana a Blumberg con su mágico orden policíaco, con una mentalidad gerencial donde Macri plantea no dimensiones políticas sino que ya compró la “empresa Buenos Aires” y antes de ocuparla se la deben dejar solvente, ajustada y en blanco. Creo que esta diversidad de centroderecha se irá aclarando de aquí en más. * Ensayista, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). // Página 12. Octubre 9 de 2008.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Gracias por los servicios prestados...

Todavía quedan 4 meses de mandato. Mientras tanto el huracán George Wild sigue siendo el azote del mundo y actúa para que no lo olviden fácilmente. De todos formas, no se ilusionen demasiado.... A continuación , tres videos con dedicatoria: Pearl Jam x dos con BushLeaguer y RATM con Testify

domingo, 21 de septiembre de 2008

Yelena y los saltadores ¿Y si se cumple la profecía y no nos para nadie?

Ahora seguramente acondicionarán su discurso. Hace un tiempo cuando la crisis no entraba en su visión directa o perifíerica, intentaban explicar la bonanza 2002-2007 argumentando que se trataba de un ciclo de crecimiento en dos fases. La primera , en un ejemplo supremo de intrepidez intelectual, era la fase de privatizaciones y desregulación que el ex-presidente Carlos Saúl Menem llevó a cabo en los años 90; la segunda es precisamente ésta o la que abarcó el ciclo de la presidencia de Néstor Kirchner. Tenemos que mantener alerta nuestra capacidad de asombro, dado que ante la crisis que se abate sobre el sistema financiero internacional ofrece oportunidades irrepetibles. Estos maestros del pensamiento intrépido, harán que los límites siempre sean superados, como si fueran saltadores émulos de Yelena Isinbayeba. No sería disparatado pensar, en este contexto, que la verdadera razón por la que se eliminaron vías férreas, se privatizaban aviones, barcos y lo que venga, emerja en naves espaciales como lo pregonaba el siguiente personaje:

viernes, 19 de septiembre de 2008

¿Y si ya no hay tres mundos sino uno?

ONE WORD
(Sting)
Un mundo es bastante
Para todos nosotros
Un mundo es bastante
Para todos nosotros
Es un tema que mencionamos raramente
Pero cuando nosotros tenemos
esta pequeña invención
fingiendo que son ajenos a mi
Demuestro mi responsabilidad
Un mundo es bastante
Para todos nosotros
Un mundo es bastante
Para todos nosotros
El Tercer mundo respira nuestro aire mañana
Vivimos en el tiempo que pedimos prestados
En nuestro mundo hay tiempo para el dolor
En su mundo no hay lugar para mañana
Un mundo es bastante
Para todos nosotros
Un mundo es bastante
Para todos nosotros
Parece millón de millas lejos cercano
Un mundo…

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Tanto va el cántaro a la fuente....

....y al final, ¿se rompe?
El cine americano se la pasó jugando con imágenes apocalípticas: desde invasiones extraterrestres, monstruos surgidos de la entraña de la Tierra, fenómenos climáticos, pestes virósicas y de locos terroristas. Con una fascinación digna de un psicótico, atrajo a sus propios ciudadanos a presenciar su propio fin, mientras los grandes estudios se llenaban los bolsillos.

Con el 11-S la cosa cambió: las imágenes no satisfacían el morbo si que cumplían el rol de hacer catarsis ante el horror vivido en la propia carne. Pocos pensaron que el origen del mal estaba en el propio cuerpo. Nadie sabe cuál será el resultado final de la hecatombe financiera que sufre la economía de Estados Unidos, si es el comienzo del fin o el Gigante podrá reponerse como lo hizo en otras ocasiones. Lo cierto es que la génesis de la destrucción no vino de otras dimensiones, planetas o fronteras: estaba en el seno de su propio cuerpo: la voracidad del sistema hizo que no bastaran las riquezas de otras naciones, sino que se comió sus propias entrañas y ahora se desangra. Aunque no es una película americana, viene al recuerdo "Las invasiones bárbaras" (2003-Denys Arcand, Les invasions barbares /Canadá-Francia, 2003, 99'), en la que el personaje central Remy, justo tras el atentado a las Torres Gemelas, debe enfrentar a un cáncer terminal en un hospital público de una ciudad canadiense y para morir con dignidad debe recurrir a las habilidades non sanctas (y al dinero) de su hijo. Son muchas las comparaciones que pueden hacerse entre el momento actual de USA y esta película. Veremos qué hace este Gigante herido y qué parte nos toca a nosotros. La globalización permitirá seguramente repartir las pérdidas y el pago de los platos rotos (que usaron otros) a todo el mundo. Mientras tanto, los brujos vernáculos y foráneos siguen diciéndonos qué hacer.

La secta de los Brujos. Por Alfredo Zaiat Uno de los principales problemas para comprender la dinámica de los procesos económicos en estos años de ruptura de paradigmas hegemónicos, y en particular hoy sobre el origen y el desarrollo de la mayor crisis financiera mundial desde el crac del ’29, es que todavía se sigue abordando los acontecimientos con categorías del pensamiento neoliberal. Las bases materiales y políticas han cambiado en la región, incluyendo la Argentina, pero la conciencia colectiva aún continúa dominada por las ideas de la ortodoxia liberal. Este comportamiento no es por una obstinación masoquista, sino que el poder –o sea, el económico– ha triunfado en esa batalla cultural. Tanto pontificar sobre las bondades del libre mercado y la desregulación financiera global han logrado colonizar la opinión de una mayoría. Para ello cuentan con el invalorable aporte de gran parte de los medios, que convocan a opinar sobre el derrumbe del sistema financiero de la potencia mundial a abanderados del ideario que desembocó en el crac. Dos casos son el colmo de la autoflagelación argentina: Ricardo López Murphy, ministro del ajuste salvaje de la Alianza y líder de la ultraliberal Fiel, y Claudio Loser, funcionario de carrera por treinta años en el FMI, institución que alentó la liberalización del movimiento de capitales especulativos. Ambos son invitados a explicar la crisis y, aún más, aconsejar sobre lo que tiene que hacer Argentina. La lista de los profetas del fracaso es larga, miembros de una secta de brujos que alcanza el absurdo de sentenciar que “algunos problemas de la Argentina reduce el impacto de la crisis”. ¿Qué “problemas” son los que permiten estar aislados del derrumbe de los cimientos del mundo especulativo global? La dedicación que ponen los voceros del establishment para ser parte de una crisis es conmovedora. Lo que es virtud es travestido en problema. Argentina pudo salir de la trampa financiera externa a un costo inmenso por la inconsistente convertibilidad, modelo apoyado y elogiado por ese grupo de economistas del fracaso. El peso de la deuda estaba hundiendo a la economía en la pobreza y la exclusión. Era imprescindible salir de esa trampa. Para ello se tuvo que declarar el default porque no había otra alternativa. El default resultó, entonces, una de las condiciones para la rápida recuperación posterior, no solamente por el efecto fiscal de la suspensión de pagos, sino principalmente porque liberó a la política económica de la necesidad de emitir señales para facilitar la renovación de los pagos de deuda. El hecho de no requerir fondos externos frescos, de origen privado o multilateral, permitió desarrollar una política macroeconómica pragmática, enfocada en la estabilización del mercado de cambios y en la rápida recomposición de los ingresos fiscales. El éxito de esta política proporcionó el marco de la recuperación. Luego se concretó el proceso de reestructuración de la deuda, con quita de capital y extensión del cronograma de pagos de los vencimientos, sin el aval del FMI y con Wall Street en contra. A la vez, el proceso de inversión a ritmo sostenido en este período se sostuvo con ahorro interno, acumulado por el stock de capitales en dólares retirado del circuito en los últimos años de la convertibilidad y por las abultadas ganancias contabilizadas en el período 2002-2007. La reimplantación de controles cambiarios forzó a los exportadores a liquidar en el mercado local buena parte de las divisas generadas por el comercio internacional, y por otro limitó las salidas de fondos por la cuenta de capital. En tanto, el acopio de reservas en las arcas del Banco Central fue dinamizado por un tipo de cambio alto, que impulsó las exportaciones y desaceleró el avance de las importaciones acompañado de elevados precios internacionales de los commodities, lo que permitió revertir el déficit de cuenta corriente, principalmente a través de la generación de importantes superávit comerciales. Y el establecimiento de derechos de exportación (retenciones) capturó para el fisco una parte del efecto favorable de la devaluación sobre las exportaciones agropecuarias. Esto contribuyó en gran medida a la recomposición del equilibrio fiscal. Además, atenuó el impacto sobre los precios internos y, por ende, sobre los salarios reales. Entonces, el default, posterior reestructuración de la deuda, la inversión productiva con ahorro interno, control de capitales, retenciones, tipo de cambio elevado constituyeron el cerco que permitió aislar al país del crac de Wall Street. Esa desconexión del frenesí del casino global ha sido una vacuna que ha inmunizado por ahora a la economía doméstica. Pese a ello, ese aislamiento es un “problema” para los economistas que siguen contaminando con el virus neoliberal la conciencia colectiva. Ya se conocen las soluciones a los problemas que tienen en carpeta, que a esta altura son anacrónica. Su faro en el mundo libre está siendo enterrado, emergiendo la United Socialist State Republic of America, como definió Nouriel Rubini, que después de la nacionalización de Fannie Mae y Freddie Mac involucrando 200 mil millones de dólares, ayer los camaradas Bush, Paulson y Bernanke profundizaron la revolución bushevique destinando 85 mil millones de dólares para salvar de la quiebra a AIG, una de las tres principales aseguradoras del mundo. En algún sentido se entiende la desesperación de la secta de brujos: su mundo, ideas, postulados y teoría se han derrumbado junto a Wall Street. Otra concepción económica, si el corazón del capitalismo aspira a salvarse, pasará a ser la hegemónica. Mientras, por esa particular vocación autodestructiva del establishment doméstico, ellos seguirán hablando por radio y televisión. azaiat@pagina12.com.ar