martes, 12 de febrero de 2008

Las canciones y la estética del cine de autor

La música suele ser la acompañante obligada del cine en estos tiempos. No sólo por una razón estética, sino también económica. Fue a mediados de los ochenta que la industria del celuloide se dió cuenta de que las canciones podían ser una fuente de ingresos importantes y comenzó a atraer a músicos conocidos para escibir canciones y no sólo bandas de sonido. En ocasiones estas canciones poco y nada tenían que ver con la trama de la película, pero que servían para la difusión. Uno de los casos más sonoros, permitida esta expresión, es la canción de Bryan Adams que aparece al final de la película Robin Hood ( (Robin Hood, Prince of Thieves-WB.Kevin Reynolds. 1991), aunque hay cientos de ejemplos... pese a que nos resulte extraño oír guitarras eléctricas en una película ambientada en los finales de la Edad Media; tampoco había catalejos, pero al director no le avisaron. Tal vez por un poco de pudor, es que el director guardó "(Everything I Do) I do it for you" para los títulos.
Algunas canciones son más recordadas que las películas y eso está bien. Hay otras canciones que no aportaron nada y son rápidamente olvidadas o ni siquiera eso, porque dado que en la tele casi siempre cortan los títulos o si fuimos al cine, poco nos importan los títulos dado que queremos rajar a comer lo más rápido posible y así uno se libera de escuchar mierda. No es sencillo que una canción (hablo de canción, no de banda sonora o música incidental o de los viejos musicales de los 50s) entre bien en la trama. Paul Thomas Anderson no fue del todo comprendido por muchos cuando hizo cantar a los protagonistas de Magnolia la estupenda Wise Up de Aimee Mann. P.T.Anderson había llegado demasiado lejos: según sus dichos armó el guión en base a las canciones Mann, pero la ambiciosa Magnolia bien se merecía aprovecharse de todo recurso disponible. La Academia candidateó a la otra gran canción de la peli, Save me , de la misma Mann, porque era buena, pero también porque estaba donde las convenciones lo indican: acompañando los títulos. Vean la primera de ellas: Otro caso curioso es el de la magnífica Before Sunset (Antes del atardecer- Richard Linklater. 2004). Salvo en los títulos del inicio y las perdidas notas que brotan de un ocasional acordeonista promediando la película, la música está ausente en la mayor parte de este film, salvo al final. Es sin duda un recurso estético que eligió el director para no entrometer nada ajeno a la pareja que está intentando construir puentes para acercarse. Finalmente la excusa de una canción, un vals en este caso, permite al espectador avizorar que la guitarra y la voz de la bella Celine, sea el ladrillo final que hace que el puente esté finalmente terminado y puedan, quizá, volver a estar juntos después de nueve años. No es casual, que dos directores como P.T.Anderson y Richard Linklater, hagan uso de las canciones con un sentido estético, pese a las presiones de los estudios.
Por lo general el talento y las convicciones pueden con casi todo.

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