jueves, 21 de febrero de 2008

FIDEL

“La pesadilla más fuerte que tengo es que me fumo un habano, y entonces me desespero en ese sueño, porque yo públicamente abandoné el cigarro para darle ejemplo al pueblo. Y ésa es mi pesadilla, que estoy fumando, porque jamás, bajo ninguna circunstancia, le mentiría al pueblo cubano.” Fidel Castro
Hace unos años, casi tres para ser más precisos, en una larga sobremesa con amigos cubanos de paso por Buenos Aires, surgió la pregunta, mientras hablábamos de la la edad de Fidel: “¿y qué pasa con la Revolución si Fidel se muere?” Uno de ellos, tomó un sorbo de su vaso, se aclaró la garganta y dijo: “Hay que ver si se muere” y mientras nosotros esbozábamos una sonrisa, continuó: “ Habrá que seguir. Es cosa del pueblo cubano y no de un solo hombre ” El que esto decía se asumía como crítico, pero también y fundamentalmente como parte, pese a la edad, del proceso revolucionario. “Luchamos mucho para mantenernos. Ustedes no se dan una idea de lo difícil que es vivir cerca del enemigo. Y no se olviden de algo: es una zona pobre. Miren el resto del Caribe…y comparen” Hace un par de días, Fidel Castro anunció que dejaba su cargo y la anterior escena vino rápidamente a mi memoria. Salvo para los halcones de Washington, Miami y el elenco estable de rastreros vernáculos, la cosa se tomó con naturalidad. En Cuba las cosa siguen su camino, tal vez porque la ausencia previa preparó a todos para que así pasara. Es cierto que, para los que miramos a la isla mayor del Caribe con simpatía, admiración, fervor o todo eso junto, el temor permanece pese a lo evidente. Tal vez sea necesario que intentemos comprender con un mayor compromiso tanto lo que pasa en Cuba, como en el resto de América Latina. “En este mundo, un hombre solo no es nada. Y no existe otro mundo” dice el sargento interpretado por Sean Penn de la película The thing red line. Pero es mucho si ese hombre representa a su pueblo.

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