jueves, 29 de mayo de 2008

Ismael Serrano I

Las discusiones enriquecen. A veces nos hacen enojar, otras nos acercan, algunas nos alejan. En el blog no nos ponemos de acuerdo con este muchacho madrileño: a quien esto escribe le parece que sus mejores cosas las ha aportado en ese tiempo que siempre se puede visitar y ahora se repite, mientras que el otro editor, sigue esperando y valorando también este presente. Así que se fue a escucharlo (le habían regalado la entrada...así cualquiera) al Gran Rex. Fui una vez hace tres años y me pareció suficiente. El aporte de este pobre cronista se leerá a continuación, si es que el ciberlector está interesado, mientras que la del otro señor está por venir. Esta vez no fui Hace tres años, en ocasión de la presentación de su anterior disco “Naves ardiendo más allá de Orión”, fui al Gran Rex a ver y escuchar a don Ismael Serrano. El madrileño ofreció un set muy sólido y profesional. Los músicos que lo acompañaron en esa ocasión eran muy buenos. Ningún detalle de su presentación estuvo descuidado. Uno no es un fanático, pero en la medianía del presente musical de los cantantes en español, el tipo ocupa un lugar destacado. Es afinado y sabe contar historias. Una especie de hermano menor de Serrat, Sabina y los cubanos, que marca distancia en relación a otros de su clase, directamente volcados a estar “eternamente enamorados del amor” y aburrirnos con baladas insulsas y generar desgano con el repetitivo uso de comparaciones francamente incomparables. Pero, quizá por un brote machista, francamente hay que tener ganas de ir a un recital y no poder escuchar bien al tipo porque una banda de histéricas te grita la canción a medio metro. Esta mal entendida democratización del espectáculo francamente es fastidiosa y no es propiedad de los shows de Serrano, sino que se reproduce también en el rock pero, dada la potencia de las bandas que cultiva este género, se escucha menos. ¡Y encima cantan desafinadas y dicen cualquier cosa! Confundir “La Sorbona” con “Las hormonas” resulta triste pero clarificador. Es evidente que la música forma parte de un paquete del cual la propia música es sólo una parte. También hay mucho de imagen, de “mensaje” y de mostrar el perfil adecuado de acuerdo a la época que se transita. La identificación con “el Isma”, creo (y seguramente estoy equivocado o en sintonía con la época) viene por el lado de la dificultad de sostener relaciones personales en el mundo presente: las mujeres lo ven como el tipo que amaron, aman o amarán aunque tengan que sufrir por eso y los tipos lo vemos como lo que queremos que pase cuando las cosas ya pasaron: dejar una huella en ellas. Amor líquido, contratos temporales, mentiras piadosas y desengaños. Por aquí transita el eje central de sus canciones y la limitación mayor de Serrano a la hora de pretender trascender más allá de ser un cantautor romántico y lo que lo emparenta con Ubago, Axel Fernando y hasta con Ricardo Arjona. No basta con mechar algún que otro mensaje progresista medio light o alguna duda existencialista a la Jean Paul Sartre para iniciados, para estar en la misma senda de los grandes. Deudor del mejor Sting, Pablo Milanés y Joan Manuel Serrat, sus canciones se han standarizado (algo que suma y resta a la vez), conformando un estilo “Ismael Serrano” que le quita sorpresa y renovación, pero que le permite apuntar y llegar con precisión a ese público que lo sigue y lo seguirá por mucho tiempo; ese público que en sus shows le pedirá matrimonio o una noche de pasión o creerá saciar su culpa tarareando algún estribillo comprometido o políticamente incorrecto, escuchará atento esos recitados de maestro ciruela en los que mezcla un cinismo posmurodeberlin con una vaga esperanza recolectada de lo que dejan las venas abiertas. En este mundo líquido, a veces su música ofrece un camino para buscar la solidez en alguna que otra de sus canciones y no será raro que pinten ganas de escuchar alguna de sus temas, para matar un recuerdo o para agrandarlo, para pasar una mala tarde de domingo o para levantarse a alguien. Pero no creo que sea una opción lo suficientemente sólida para volver a repetir la experiencia de ir a uno de sus recitales. Sería demasiado y como dijo Carlitos, todo lo sólido se desvanece en el aire…
G.S.

No hay comentarios: