viernes, 18 de enero de 2008

Breves Casualidades

Breves casualidades
por G.S.
“Si buscas la verdad, prepárate para lo inesperado,
porque es difícil de encontrar y sorprendente cuando la encuentras”
Heráclito. I “Siempre que haya miel en tu tazón,llegará tu abeja desde Bagdad” Proverbio árabe. Después de todo, tal vez las cosas tengan sentido y no sea todo cuestión de azar o de las casualidades. Pero, ¿por qué dos personas, un hombre y una mujer, llegan a amarse cuando las posibilidades de que no se conozcan son mayores? Y, aunque este casual primer encuentro se produzca ,¿qué hace que se conozcan luego un poco más, intercambien saludos, hablen del tiempo, se hagan algún chiste, se saluden otra vez, se pregunten sobre sus cosas, se miren, hablen sobre ellos con otras personas, se gusten, intercambien ideas, temores, esperanzas, se esperen, se ilusionen, construyan un futuro imaginario, se necesiten, se abracen, se esperen, se construyan otra vez a si mismos...? Podrían pasar miles de cosas que se opongan a esto y sin embargo no ocurren, llegado a un punto todo parece seguir su curso de la misma manera que rara vez un tren se sale de la vía. Una vez que todo se encamina, la carga se invierte y ocurrirá sólo lo que deba ocurrir. II “Has de cuenta que estás solo en el mundo” Henry D. Thoreau Los inconvenientes también se pueden presentar para impedir lo que parece inevitable: un colectivo que llega tarde, un tropezón en el subte o un encuentro fortuito hacen que aquello que se anhela se desintegre con la misma magia con la que fue creado. Imaginen lo siguiente: un hombre va a un supermercado cada dos o tres días, no ocurre nada extraordinario, sólo busca lo que va a consumir en su casa. Cierto día, cuando termina la elección de los productos, se pone en una fila donde hay dos o tres personas nada más; cuando está por comenzar a sacar los productos del changuito para ponerlos en la caja se le ocurre, no sabe bien porqué razón , comprar una lata de tomates, duda un instante y ese instante tiene un valor inmenso porque de lo que decida dependerá buena parte de su futuro, además del de otra persona; ese minúsculo acto, ir a buscar esa lata de tomates, provocará que cambie de caja porque la anterior estará con más gente que la de la punta y en esa caja, una cajera lo atenderá gentilmente. A los dos días, él pasará por una caja cercana, pensando en si compró todo lo que tenía que comprar y recordará con alguna nostalgia su anterior compra. Al poco tiempo, por simple curiosidad primero y a la espera de que algo interesante ocurra después, cada vez que compre en ese lugar irá a esa caja o en la que la cajera en cuestión atienda; se mirarán con cierta ilusión y construirán el escenario para un encuentro futuro, hasta que ella un día deja de ser la cajera favorita porque la transfirieron a otro local y nada será como entonces. Un lejano gerente de personal destruye lo que latas de tomates, pan, manteca, tickets y agradables esperas se esforzaron en construir. Nada es más efímero que el futuro. Pensar que si los repositores hubieran puesto las latas de tomates en otro lado, nada de esto hubiera ocurrido. O hubieran deseado, lo que es peor. III Un matarife y la hija de un dueño de corralón de materiales tienen muy pocas cosas en común, en principio. Pero bastará que la hija del dueño del corralón estudie en un Colegio Comercial, y aspire, además de atrapar a un buen partido, a ser contadora, luego consiga un trabajo en un banco, que ese banco la asigne a una ventanilla a la que concurre el matarife, para que haya un nexo que los pueda unir. Cerca de casa hay una pareja que se formó así. Una vez que conocen la medida de la pieza que van a pescar, algunas mujeres se las ingenian, para torcer los ríos hacia donde ellas quieren. IV “El que desea y no obra, engendra peste”. W. Blake Por medio de un personaje, Thomas Hardy dice “...nada queda de mí cuando la veo”. Ese cúmulo de sensaciones que abruma a un hombre cuando ve a la mujer que ama, pero que sabe que aún está lejana, constituyen el momento clave. Si el hombre decide lanzarse, parecerá que se lanza al precipicio: como un personaje de Borges, el hombre dirá: ” Si el precipicio va a comerme, que sea ahora y que se atragante”. Si duda y espera, ya nada será como entonces. La angustia se apoderará del corazón primero y luego de la entera vida del hombre. Nada quedará de él. Hasta que suba a una nueva montaña y tras un risco encuentre un nuevo precipicio para contemplar o para abrazar. V “Porque ni el rencor ni el odio, sino el amor paciente, la serena resignación, a la ansiada meta nos acerca”. Hermann Hesse Las montañas pueden también usarse de otras maneras para ejemplificar la relación entre el hombre y la mujer. Y no sólo desde el punto de vista físico, aunque ese es tal vez el más burdo, pero no por ello el más deseado de los ejemplos. Ya sea un andinista o un alpinista, deseará ser el único en poner pie en la cima e intentará dejar su marca: ¡Aquí estuve yo y este es el testimonio de mi proeza!, dirá mientras clava el estilete en lo más alto de la saliente que mantendrá una pequeña bandera que flameará seguramente por poco tiempo, a causa de los vientos feroces que recorren las cimas, o porque otros intrépidos escaladores tal vez lleguen más tarde y desplacen las raídas banderas con nuevos estandartes. Lo cierto es que son pocos los que deciden quedarse allí para siempre: las provisiones escasean y el aire es irrespirable. No existen muchos hombres capaces de soportar semejante esfuerzo para toda su vida. O quizá sea todo una ilusión y la parábola de la montaña no sirva. En ese caso se demostraría, curiosamente, la validez del postulado: la felicidad es difícil de soportar y ahoga hasta a los más fuertes, de la misma manera que asusta a los que dudan. Es tan difícil encontrar el camino hacia esa verdad, que uno debe buscarla por sí mismo y lo único cierto es que siempre es cuesta arriba. VI “Nadie es mejor de lo que debiera ser” Somerset Maugham La casualidad es lo único que puede explicar algunas cosas, como por ejemplo la razón por la que algunas parejas siguen juntas a través de los años, porque a veces ni la razón más simple, la de que todos debemos estar en un lugar, termina por explicarlo. Imaginemos a la siguiente pareja: los dos ya llegaron a los sesenta, hace años que están juntos pero no se sabe bien porqué. Decir que él es flaco y alto y ella es gorda y petisa, no aclara nada. Tampoco decir que se escuchan los gritos desde lejos o pasan mucho tiempo sin hablarse, o que si uno está en la cocina, él otro elige el fondo, que si él barre la vereda al rato ella la repasa; que si ella riega al instante él pasa con un balde mojando a todas las plantas, que él mira películas de tiros y odia las novelas, que ella ama las novelas y se queda dormida cuando dan películas, que no se tienen paciencia ni administrada en forma farmacológica y que pareciera que se miran con odio. Y ni que hablar cuando salen, ¡cuando salen!: si van juntos al supermercado pareciera que es para demostrar al mundo , o bien que este está totalmente equivocado o como prueba irrefutable de la locura de algunas relaciones: un precio es motivo de combate, una caja con mucha cola, de una guerra; el olvido del vino favorito, de una conflagración mundial. ¡Y a la vuelta! Si llevaron changuito, él va corriendo una carrera de formula1, mientras que ella aparece a la media cuadra, con una bolsa en cada mano, pidiendo que la espere o diciéndole que en el mercadito de la otra cuadra la leche estaba más barata. Nada parece encajar. Todo es una eterna guerra de posiciones, en la cual no hay vencedores ni vencidos: sólo víctimas que sufren eternamente. Tal vez ese sea el precio que tienen que pagar por haber sido alguna vez felices. O la curiosa manera que tienen las personas de ocultar su alegría tras la cotidianeidad. VII Dicen que se ama lo que se tiene cerca: tal vez esta frase reafirme la idea de que es posible amar sólo si la casualidad decide que dos personas estén cerca, porque amar es tener a alguien cerca, de otra manera no se puede amar. Esta tautología queda tal vez destruida, al menos en parte, con los inventos que trajo la modernidad. Si antes la amada esperaba ansiosamente la llegada del cartero, para esperar al cartero(cuestión de cercanías verá usted) o a las cartas de su amado, la telefonía luego e Internet después han roto con esas distancias y son muchas las parejas que sobreviven a la lejanía, y rompen el aura de la proximidad física, a la espera de que una futura cercanía les devuelva lo que hoy la distancia les presta. VIII “...deteneos y mirad si hay dolor alguno tan grave como el mío” Dante El amor no correspondido es la prueba más feroz de la existencia del amor. Para quien lo sufre, no es que nada a partir de este hecho tenga sentido, sino todo lo contrario: todo parece tener sentido y la crueldad descarna a todas las cosas mostrándolas tal cual son: si es un hombre el que lo sufre, sentirá que se encuentra en un desierto rodeado de montañas que no puede escalar; si es una mujer, creerá estar encerrada en una caverna de la cual no ve otra cosa que un fuego lejano. En ambos casos, la eternidad se apodera del presente y les roba el horizonte. Y será difícil que en poco tiempo los ojos y la cabeza se cansen de mirar para el mismo lado. Porque si hacen eso, será el pasado el que poco a poco se apodere del presente. IX “Todo el mundo recuerda el pasado con mayor intensidad, cuando el presente adquiere mayor importancia”. Italo Svevo ¿Se puede tropezar dos veces con la misma piedra? Si vamos de viaje es probable que ello ocurra: una a la ida, y otra vez a la vuelta. De igual forma, en el amor y las relaciones, podemos usar la ecuación amor-odio-amor ó amor-ausencia-amor , sin que la tragedia nos invada completamente porque el pasado en ocasiones nos deja escapar, pero rengos; como dice Marx, la historia se puede repetir, pero primero como tragedia y luego como farsa. De todas formas mucha gente elige volver por otro lugar, porque sabe que está mal planteada la pregunta. X
“Vinimos al mundo para ser felices; si no lo somos, es que hay que cambiar al mundo.” Rafael Barret La infelicidad del hombre, dice Pascal, parte del siguiente precepto: es incapaz de permanecer quieto en su habitación. Si ese razonamiento fuera correcto, al llevarlo hasta al absurdo podría decirse que sólo muerto el hombre es feliz, porque allí puede permanecer quieto todo el tiempo que se le dé la gana. En todo caso, y respetuosamente, modificaría la frase, usando además la demagogía para no ofender a las feministas: la infelicidad del ser humano parte del siguiente precepto: es capaz de permanecer quieto en su habitación.

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