viernes, 31 de octubre de 2008

Poder

Manifestación del poder Por Alfredo Zaiat Los grandes grupos agropecuarios y los inversores financieros en pools de siembra, integrados en la trama multinacional sojera, contaron con los pequeños productores como la avanzada visible para frenar la resolución que disponía derechos de exportación móviles para cuatro cultivos claves. Tuvieron éxito en esa misión, cuyo saldo fue la peor ecuación económica para esos pequeños productores. Además instalaron un clima para su desaliento que facilitará el proceso de concentración de la actividad. Responsabilidad que deberán asumir sus dirigentes & socios alienados por la movilización de la burguesía agraria y urbana, sujeto social que logrado su objetivo político y económico los ha abandonado a su suerte. Antes, la angustia era de pequeños productores. Ahora, es de ahorristas. El temor inducido es un instrumento eficaz del poder económico para frenar medidas, tibias o audaces, que pretenden afectar privilegios de décadas. Ese sector vulnerable, que busca estrategias defensivas para su capital, es víctima, no culpable de la inestabilidad. Su precaución es comprensible frente a un escenario de incertidumbre, aunque termina siendo funcional a los grupos más concentrados de la economía. Financistas & afines están enfurecidos porque el fin de las AFJP termina con la apropiación de rentas que contabilizaban con el dinero previsional de los trabajadores. Esa irritación no tiene su origen en la noble preocupación por las futuras jubilaciones, sino que se reconoce en el papel dominante que asumirá el Estado en dos áreas sensibles para el poder económico: por un lado, pasará a detentar relevantes participaciones accionarias en un lote importante de empresas líderes por un total de 9000 millones de pesos y, por otro, podrá reordenar los plazos fijos de las AFJP colocados entre decenas de bancos elegidos que suman unos 7000 millones de pesos. Es mucho el poder y el dinero que está en juego. Frente a esa fuerza que recupera el Estado para estar en condiciones de intervenir, regular y controlar, los grandes jugadores del sistema financiero han ingresado en un trance de cólera permanente. Empezaron con la corrida sobre acciones y bonos, para luego apostar fuerte en el mercado cambiario. La generación de un estado de incertidumbre con una batería de rumores de conocidos dramas financieros (devaluación, default, corralito, reservas, cuasimonedas) busca asociar a pequeños ahorristas en la cruzada contra la iniciativa de terminar con el régimen de capitalización individual. La baja de acciones y bonos, con la disparada del riesgo país, no gatilló un fuerte corrimiento al billete verde. Entonces se subió la apuesta con la convocatoria a la corrida a través de títulos temerarios, junto a informes de economistas de la city adelantando escenarios catastróficos. Frente al proyecto que elimina a la AFJP, repiten los mismos argumentos llenos de calificativos despectivos y vacíos de contenidos esgrimidos contra las retenciones móviles: “torpe”, “improvisado”, “oportunista”, “fiscalistas”, con la esperanza de repetir ese desenlace. En ese contexto, la cotización del dólar no refleja sólo la tensión por la competitividad de la economía, como la UIA expresa con desestabilizadora presión, ni las posiciones defensivas del denominado chiquitaje. Es también una manifestación del poder, que no es otro que el económico.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Dialéctica

Por fin, el fin
Por Alfredo Zaiat
El jefe de la mafia con el arma en la mano y el asesinado en el piso es una prueba contundente de culpabilidad. El traficante de drogas capturado con su cargamento en la mochila es un indicio bastante fuerte de una violación a la ley. La venta acelerada de títulos y acciones que derrumbaron sus cotizaciones es la demostración más transparente de la existencia de una asociación de financistas & afines para lucrar con el dinero previsional de los trabajadores. Si se trata de un delito, la utilización de esos fondos que no les pertenecen para expresar el rechazo al proyecto del Gobierno será tarea de la Justicia. Pero han dejado con total impunidad, que es la forma en que se mueve el poder financiero, las huellas bien visibles para avanzar en esa investigación. El argumento más común y superficial de banqueros, economistas de la city y el coro afinado de voceros interesados es que las críticas a las AFJP son por “ideología”. Se trata de un debate absurdo, porque toda opinión a favor o en contra de un modelo económico, de una orientación que defina la autoridad monetaria con el tipo de cambio o de una organización del sistema previsional está basada en una determinada cosmovisión del mundo. O sea, de una ideología, palabra que en general es utilizada por el pensamiento conservador para descalificar convicciones que se enfrentan al discurso dominante. Resulta esclarecedora la discusión ideológica que permite conocer si es más importante el haber jubilatorio o las cuentas de banqueros y gerentes privilegiados abultadas con el dinero de los trabajadores. Las AFJP han demostrado en la práctica que han sido una enorme estafa previsional. Con datos “objetivos”, como gustan hablar los abanderados de la restauración conservadora. Casi ninguna de las promesas vendidas con excelentes campañas de marketing fue realidad para los trabajadores jubilados o próximos a jubilarse. Ni lo serían nunca en el futuro, como lo demuestra la experiencia de casi 30 años del sistema chileno, que ya alcanzó su etapa de maduración y permite observar en forma rotunda su fracaso. Además de no brindar una prestación digna a los jubilados y de jugar con el aporte previsional de los trabajadores, el régimen privado desfinanció al Estado hasta arrinconarlo en una posición que lo obligó, entre otros factores, a declarar el default en 2001. Este tuvo como uno de sus impulsores la propia estructura del sistema previsional privado, que poseía el germen del default. Es una situación similar a la quiebra del Lehman Brothers: su debacle y la de los otros bancos de inversión no fue sólo por la codicia de los financistas, sino que el sistema de autorregulación del fundamentalismo de mercado es el que permitió el crecimiento de esas entidades y de ese tipo de banqueros. Resulta difícil encontrar hoy en Estados Unidos analistas que defiendan a Lehman Brothers. En cambio, no debería extrañar que los haya aquí para las AFJP. No será una tarea sencilla desmontar el engendro del régimen de capitalización privada. Requerirá de habilidad y capacidad técnica para empezar a ordenar un sistema que fue desquiciado por los banqueros. Junto a la reestructuración de la deuda en default, la eliminación de las AFJP constituye una de las principales medidas de la administración kirchnerista que afecta al poder financiero. Se entiende así la reacción furiosa de banqueros, asesores, economistas, corredores bursátiles, gerentes financieros & otros aliados que integran una asociación dedicada a lucrar con el dinero de los trabajadores. Pocas labores han sido más perversas y miserables que enriquecerse con esos fondos. La cuestión no es que el Estado se queda con los fondos para pagar deudas, sino que ese dinero vuelve al lugar original de un Sistema de Seguridad Social. El stock de capital acumulado durante catorce años en esas cuentas, deducido el obsceno monto de 9000 millones de dólares en comisiones, regresa al canal legítimo de un régimen previsional. Lo otro era un negocio financiero para un sistema de imprevisión social. Para adelante, será tarea de definir el mecanismo transparente de administración y control de esos recursos, que requerirá de destreza para desarmar con paciencia la temeraria estrategia de invertir fondos previsionales en acciones, fideicomisos financieros o bonos de deuda privada. La reforma de 1994 impulsada por la dupla Carlos Menem-Domingo Cavallo, con el aval y financiamiento del FMI y Banco Mundial, desfinanció al Estado al desviar los aportes jubilatorios de los trabajadores hacia las AFJP. Se diseñó así una calesita financiera abusiva: - El Estado contabilizaba un bache en la cuenta de Seguridad Social del Tesoro Nacional por el dinero girado a las AFJP. - Para cubrirlo emitía títulos públicos. - Esos papeles los compraban las AFJP. - Los adquirían con el dinero que recibían de los trabajadores. - Esos aportes antes iban al Tesoro Nacional. El Estado quedaba en una posición financiera exigente por una deuda creciente precisamente por ese desfinanciamiento de la Seguridad Social. Las dificultades para cerrar ese déficit se agudizaban debido a que siguió pagando los haberes. Ese desequilibrio de las cuentas públicas provocó el incremento de la tasa de interés del endeudamiento necesario para cubrir ese bache. El costo de esa calesita fue una de las más pesadas mochilas que dejó la década del noventa. Teniendo en cuenta que la deuda del sector público nacional se incrementó en 66.500 millones de dólares entre diciembre de 1994 y de 2001, el sistema de AFJP explica por sí sólo 41.300 millones de dólares de ese aumento (el 62 por ciento). Ese monto surge de 31.800 millones de dólares de emisión de títulos públicos para compensar los fondos no ingresados, a los que se sumaron 9500 millones de dólares por el costo del endeudamiento por este concepto, con una tasa de interés promedio de 9,6 por ciento anual. Varios son los hechos que se fueron revelando acerca de la inutilidad de la vigencia de AFJP. La más grosera es que el Estado tuvo que salir a completar el haber paupérrimo que entregan las AFJP a los ya jubilados privados. Como el dinero acumulado en los fondos privados, a lo que se le suma el aporte público que marca la ley (la prestación básica universal y la de permanencia), resulta una jubilación por debajo de la mínima, la Anses salió a completarla para alcanzar ese piso. Parece un absurdo si se tiene en cuenta que en su momento se presentó la reforma como más conveniente frente un régimen público de reparto, y ahora es el fisco el que tiene que venir a rescatar a los jubilados privados de haberes miserables. La capitalización privada no redujo –como se argumentaba– la evasión o morosidad previsional. Además hay una baja proporción de aportes efectivos. Sólo el 40 por ciento de los afiliados contribuye al sistema. Los aportes voluntarios son insignificantes en relación a la recaudación total (0,3 por ciento), siendo que uno de los eslóganes de propaganda era que los afiliados iban a optar por engrosar sus cuentas porque verían que el sistema era muy bueno. El nuevo régimen no incentivó la afiliación y la relación entre aportantes y la población ocupada se redujo del 42,3 al 38,6 por ciento. En cuanto a la supuesta competencia que se iba a producir entre las AFJP, de las 26 compañías que comenzaron a operar en 1994, hoy sólo quedan 10. Estos datos indican una tendencia a la oligopolización del mercado, que se opone a los presuntos incentivos para reducir costos y mejorar los servicios. Las AFJP se apropiaron vía comisiones, en promedio, de un tercio de los montos recaudados. Según información de la Anses, los gastos operativos del régimen público representaron entre 1999 y 2005 sólo el 1,6 por ciento de las contribuciones y los recursos tributarios percibidos con fines previsionales, lo que resulta veinte veces más barato que el costo de administración del sistema de capitalización. El sistema fue concebido para maximizar el beneficio de las AFJP. Los fondos gestionados por las AFJP se fueron incrementando gradualmente a lo largo del tiempo, pero esa creciente masa de recursos estuvo lejos de fomentar el desarrollo del mercado local de capitales. Los fondos de las AFJP no fueron canalizados hacia proyectos de inversión que apuntalaran el crecimiento económico. La supuesta solvencia intertemporal del sistema previsional con fondos invertidos en volátiles mercados bursátiles quedó hecha añicos. Terminar con el régimen de capitalización es adelantarse y evitar que los actuales trabajadores puedan tener un panorama desolador en su etapa de retiro del mercado laboral. En países con el nivel de desarrollo de la Argentina, con su actual estructura de empleo, es imprescindible universalizar la cobertura, objetivo sobre el que se avanzó en estos años, y adoptar una visión de la jubilación basada fundamentalmente en la solidaridad intergeneracional del reparto. Poner fin, por fin, a las AFJP es en ese sentido una medida reparadora y de justicia redistributiva. azaiat@pagina12.com.ar //

domingo, 12 de octubre de 2008

N. Chomsky diserta sobre la situación en América Latina -con subtítulos en español-

Es del 2006....

Fragmento de un reportaje a N. Chomsky (17-01-2008) -con subtítulos en español-

Reportaje a Perry Anderson - en inglés -

¡Es evolución , nena!

¡Y resulta que ahora nos quieren hacer creer que la crisis es natural!

Pearl Jam / Do the evolution

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"Crisis, pero ¿qué clase de crisis? No se trata, como algunos se ilusionan, del derrumbe del capitalismo; desgraciadamente éste no caerá si no irrumpe un sujeto social y político que lo haga caer. Y en el corazón del sistema, por ahora, ese sujeto está ausente. Pero lo que sí se ha derrumbado es el neoliberalismo, el paradigma que definió la articulación entre mercado, Estado y sociedad en los últimos treinta años y que tantos estragos causara en nuestro país. Si hay algo que celebrar es que ese modelo, en donde el capital gozó de ventajas, prerrogativas y privilegios sin precedentes, murió en medio de un colosal big bang financiero. Ahora se abre una nueva etapa y sus características dependerán de la forma en que se desenvuelvan las contradicciones sociales que brotarán en los espacios nacionales y en el ámbito internacional. También del grado de conciencia y de la capacidad organizativa de los oprimidos por el sistema y de las políticas que adopten los gobiernos.

Esta crisis constituye un gran desafío para la izquierda; la respuesta inicial del capital será, como siempre, socializar las pérdidas y garantizar la apropiación privada de los beneficios. Como observa Chomsky, para tranquilizar al capital habrá Estado, mucho Estado; de los asalariados ya se hará cargo el mercado. Habrá que luchar con todas las fuerzas para evitar que tal cosa ocurra y que la salida de la crisis –por izquierda, porque no hay otra– nos instale en un terreno desde el cual avanzar en la construcción de una alternativa socialista, la única capaz de resolver los ingentes problemas sociales, económicos y políticos, ecológicos que genera el capitalismo. Como decía Danton en el torbellino de la Revolución Francesa, en épocas como ésta se requiere de audacia, más audacia, siempre audacia. ¿La tendrá nuestro Gobierno? ¿La tendrán los gobiernos del deslavado “centroizquierda”? La ambigüedad y el “realismo posibilista” que los han guiado son la ruta segura para la profundización de la crisis y una nueva frustración."

Atlio Borón, Página 12./ 12 de octubre de 2008.

El gato se muerde su propia cola. La crisis norteamericana tiene rasgos comunes con las que se produjeron recientemente en países periféricos. La diferencia es el tamaño de la economía, el enorme poder militar y político y la persistencia del cada vez más declinante patrón dólar. La economía estadounidense da la impresión de tener una salud bien frágil y reanima viejos debates acerca del eclipse de su hegemonía en el orden mundial. La historia nos indica que los imperios no duran para siempre, y que en el largo plazo tienen un ciclo casi inexorable que marca etapas de auge y caída: desde las antiguas Grecia y Roma hasta los que en épocas más recientes lograron imponer por un más de un siglo la Pax Britannica. ¿Le tocará ahora a EE.UU. vivir una lenta decadencia como la del Reino Unido desde fines del siglo XIX hasta la segunda posguerra? ¿Podrá recuperarse gracias, en buena medida, a circunstancias excepcionales, como las guerras; a la posibilidad de descargar su crisis sobre otros países; o al derrumbe de sus rivales, como pasó con la ex URSS?

La conclusión principal que surge de ese panorama geopolítico y económico, no es, sin embargo, el definitivo derrumbe del gigante americano, aunque se empieza a revelar una verdad que no se aceptó en su momento: el Muro de Berlín no se cayó de un solo lado sino de los dos. En realidad, fue un golpe de gracia también para el capitalismo del Norte, que pensó equivocadamente en rentabilizar nuevos mercados. Algo que su propia estructura productiva necesitaba, porque las mayores desigualdades de ingreso fomentadas por los últimos gobiernos no le permitían absorber localmente gran parte de sus excedentes de producción. La salida fue recurrir al gasto público en guerras absurdas que alimentaron el terrorismo y en crear burbujas especulativas a través del sistema financiero como la de las subprime, en una sociedad ya sobreendeudada. Mientras tanto, se generaban del otro lado del muro derrumbado mafias competitivas en base a los restos del ex capitalismo de Estado o se manifestaba impotencia frente a la criminalidad internacional, bien servidas ambas por los paraísos de la droga y fiscales.

En teoría, como sucedió en otros tiempos, las consecuencias negativas de la crisis podrían dar un mayor margen de maniobra a las otras potencias mundiales, tanto a las viejas, como las que integran la Unión Europea, como a las nuevas. La UE tendría ciertas ventajas por disponer de la principal divisa rival, y algunos países árabes quisieron temerariamente aprovecharla, pero su dirigencia se enredó en el mismo software de ideas del neoliberalismo y la especulación financiera. Además, carece geopolíticamente de un poder homogéneo –que ningún Banco Central puede reemplazar– y conlleva el déficit de su escaso peso estratégico y militar, una autoamputación de origen al aceptar integrar la OTAN en vez de tener un organismo de defensa propio. A lo que se añade la presencia inquietante de Rusia y la carga que suponen los recién incorporados países del este. En el continente asiático, la gran incógnita es el futuro de China, que debe resolver aún el problema de la propia integración de su mercado nacional. Pero esto implica, en un país autoritario, ir más lentamente de lo que requiere la circunstancia de la crisis. En vez de colocar su excedente económico en la inmensa población que se halla todavía en los márgenes del crecimiento prefiere seguir guardándolo en los más seguros (sic) cajeros de Occidente, salvo que se le ocurran otros destinos, como apresurar una estrategia político-militar propia. Japón, Corea del Sur, la India, son vértices importantes de la ecuación continental cuyas reacciones pueden hacerse sentir.

Para el brasileño José Luis Fiori, que no coincide con la tesis de la decadencia del imperio americano, es necesario explicar la paradoja de la “fuga para el dólar” como respuesta a la crisis del propio dólar. Y su razonamiento es sencillo. Desde los años setenta, EE.UU. se convirtió en el “mercado financiero del mundo” y la Reserva Federal pasó a emitir una moneda nacional de circulación internacional, sin base metálica, administrada a través de las tasas de interés de la propia institución y de los títulos del tesoro del gobierno estadounidense. Esto implica que el ajuste interno de EE.UU. será distinto al del resto de los países: es un país deudor que no depende de otros para determinar cómo va a pagar su propia deuda externa. “Una mágica singularidad imbatible –dice Fiori– porque se sustenta de forma exclusiva, en el poder político y económico norteamericano.” En otras palabras, a diferencia de lo que ocurrió con el más reciente endeudamiento externo argentino, el principal deudor mundial puede atraer capitales, con la “seguridad” que le brindan (o brindaban) sus bonos estatales, para conseguir así los fondos que le hacen falta. O, en circunstancias extremas como las actuales, endeudar a sus contribuyentes, ya altamente comprometidos, emitiendo dólares para ayudar al capital en desgracia producto de una especulación desenfrenada. Pero, recordemos que aunque vivió mucho tiempo en forma parasitaria ningún artilugio financiero impidió la declinación del ex imperio británico y el esfuerzo de la banca europea para ir en ayuda del coloso del Norte es un síntoma inquietante de que los mecanismos de siempre ya no sirven tanto.

En este marco, asoman los países latinoamericanos. Desde comienzos del siglo XXI, después de padecer pasivamente las crisis de los modelos neoliberales mostraron una franca recuperación política y económica, con procesos de integración nacional y regional inéditos. Teniendo pendientes graves problemas de pobreza y distribución de los ingresos pueden disponer, sin embargo, de márgenes de autonomía impensables hasta hace poco tiempo como en los años ’30. La restauración “liberal-conservadora” está retrocediendo, mientras comienza a prevalecer una visión que recupera el rol de los Estados nacionales por sobre los mercados autorregulados y el endeudamiento externo. Desde la periferia de la economía mundial se está potenciando así un nuevo mapa del mundo, con el adicional protagonismo de una insospechada América latina, que aunque seguramente se verá afectada por la crisis, pone en cuestión en su mismo continente el poder norteamericano. En todo caso, la consolidación de bloques regionales, la aparición de monedas competitivas del dólar y el paulatino abandono, en muchas partes, de los presupuestos del neoliberalismo, constituyen tendencias opuestas que abren un interrogante sobre la evolución futura de la economía mundial. Si no podemos ver el final del túnel, al menos es necesario avizorarlo.

Para terminar, una reflexión más. El salvataje actual no puede compararse al intervencionismo de corte keynesiano para elevar la demanda efectiva, como sucedió con el New Deal de Roosevelt. Su objetivo es otro: salvar a empresas en bancarrota, a grandes financistas e inversores, aun a costa de la salud económica de la mayoría de la población. Se trata de una socialización de las pérdidas de los ricos. Estamos en el terreno, como dice John Lipsky, director general adjunto del FMI, de “pensar lo impensable”, es decir recapitalizar entidades financieras con el dinero público, lo que en otra época se llamaba nacionalización. El capitalismo liberal norteamericano se ha transformado, vaya paradoja, en un capitalismo de Estado al estilo del de la ex URSS.

Mario Rapaport, Página 12./ 12 de octubre de 2008

jueves, 9 de octubre de 2008

Falleció Nicolás Casullo

Murió Nicolás Casullo Nicolás Casullo, que falleció hoy a los 64 años, fue artífice de una obra en la que se dedicó a repensar la función del lenguaje y las palabras además de desarrollar una crítica cultural que cuestionó los paradigmas dominantes de la sociedad contemporánea. Militante de la palabra, intelectual ligado al reciente grupo Carta Abierta, que defendió los postulados del gobierno de Cristina Kirchner frente al conflicto con el campo, Casullo tuvo un compromiso social y político durante la época de los 70 que lo condujo al exilio. Un compromiso que prosiguió a su regreso al país siempre a través de la discusión, las clases y sus escritos. En su ultimo libro "Las cuestiones" (2007), "Casullo aborda el tema de la violencia a partir de una carta del filósofo Oscar del Barco que golpeó mucho entre la intelectualidad porque planteaba el 'no mataras' como eje de la discusión, un tema que el retoma y desarrolla aún más", recordó hoy el filósofo José Pablo Feinmann. Este investigador y académico, ganador del Premio Konex 2004 al Ensayo Filosófico, fue un defensor de lo que denominaba la "crítica de la sospecha" o la "crítica radical" encarnada por Jean-Jacques Rousseau, Karl Marx, Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, György Lukács, Karl Kraus, Theodor Adorno, la Escuela de Frankfurt y gran parte del romanticismo. Profesor titular e investigador en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Quilmes de las cátedras "Historia de las ideas modernas", e "Historia del arte"; Casullo dedicó gran parte de su obra a cuestionar las investigaciones académicas acotadas, rutinarias y seriales que, a su criterio, determinaban "la vejez de las antiguas posturas". Sus numerosos ensayos están centrados en recuperar la memoria, historia y trayectoria de la lógica social, ideológica y política para reponer una crítica cultural que no sólo impulse estudios parciales, sino que cuestione los fundamentos de una sociedad contemporánea globalizada y trasnacionalizada. Entre éstos se encuentran "Comunicación, la democracia difícil" de 1985; "El debate modernidad-posmodernidad", publicado en 1989; "Viena del 900, la remoción de lo moderno", editado en 1990; e "Itinerarios de la modernidad", de 1994. También fue autor de los ensayos "París 68, las escrituras y el olvido" (1998); "Modernidad y cultura crítica" (1998); "Sobre la marcha: política y cultura en la Argentina" (2004); y "Pensar entre épocas" (2004). Casullo -quien se desempeñó como Director de la Maestría de Comunicación y Cultura de la UBA y fue miembro de la Comisión de Doctorado de la Facultad de Ciencias Sociales- dirigió la revista "Pensamiento de los Confines". Esta revista, lanzada en 1995, contó con la colaboración de amigos y colegas, entre otros, Alejandro Kauffman, Matías Bruera, Ricardo Forster, Héctor Schmucler, Oscar del Barco, Gregorio Kaminsky, Eduardo Gruner y Damián Tabarovsky. Se trató de una publicación de pensamiento contestatario, que buscaba reponer una mirada crítica, profunda y radicalizada sobre la sociedad actual, que reunía, entre otros textos de Thomas Mann, Gilles Deleuze, Samuel Beckett, Franco Rella y Nicolás Rosa. Este académico escribió en 1969 su primer novela, titulada "Para hacer el amor en los parques"; tras lo cual le siguieron otras dos; "El frutero de los ojos radiantes" en 1984 y "La cátedra", en 2000. Quien fuera profesor de Estética, Historia de las Ideas e Historia del Arte en la UBA también apostó en sus trabajos a recuperar la escritura como momento de investigación y de iluminación. Investigador incansable e inconformista, expresó en sus obras su rechazo y disgusto respecto de cómo se presenta y cómo se discute en la actualidad la condición social, histórica y humana. Su espíritu inquieto, como lo calificó Feinmann, se extrañara en esas aulas universitarias que Casullo llenó de compromiso y conocimiento, una ausencia que se empezará a presentir desde hoy cuando sus alumnos concurran a la Biblioteca Nacional a despedir al querido maestro. Publicado en Página/12, el 9 de octubre de 2008
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El escritor, ensayista e intelectual Nicolás Casullo, falleció a los 64 años y sus restos eran velados esta tarde en la Biblioteca Nacional en Las Heras y Agüero. Una de las primeras repercusiones de su fallecimiento provino del decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Federico Schuster. "Es una enorme tristeza porque se trata de una persona entrañable a la que aprendí a querer mucho, un gran profesor de nuestra facultad y un gran intelectual", dijo Schuster, quien destacó la "estatura humana y envergadura intelectual" de Casullo y afirmó que era "un lujo poder leerlo". "Esta es una pérdida infinita para la cultura argentina. Se fue un amigo del alma, un hombre comprometido con su tiempo y el destino del país, capaz de una ética absoluta", dijo a Ricardo Foster, quien junto a Casullo y Carlos Girotti fundaron "Carta Abierta". En tanto, Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, valoró "el estilo mordaz, irónico, rioplatense" de la obra de Casullo, y recordó que vivió "en permanente exilio, aunque siempre asociado a las causas populares". Por su parte, la secretaría de Derechos Humanos expresó, en un comunicado, su pesar por el fallecimiento del novelista, al considerar que su muerte es una "sensible pérdida para la cultura nacional". Trayectoria. El intelectual fue el principal inspirador del grupo Carta Abierta. Fue ganador del Premio Konex 2004 al Ensayo Filosófico, fue un defensor de lo que denominaba la "crítica de la sospecha" o la "crítica radical" encarnada por Jean-Jacques Rousseau, Karl Marx, Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, Georgy Lukacs, Karl Kraus, Theodor Adorno, la Escuela de Frankfurt y gran parte del romanticismo. En el ámbito académico fue profesor titular e investigador en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Quilmes de las cátedras Historia de las ideas modernas , e Historia del arte . Casullo también se desempeñó como Director de la Maestría de Comunicación y Cultura de la UBA y fue miembro de la Comisión de Doctorado de la Facultad de Ciencias Sociales. Entre sus numerosos ensayos se cuentan Comunicación, la democracia difícil de 1985; El debate modernidad-posmodernidad , publicado en 1989; Viena del 900, la remoción de lo moderno , editado en 1990; e Itinerarios de la modernidad , de 1994. También fue autor de: París 68, las escrituras y el olvido (1998); Modernidad y cultura crítica (1998); Sobre la marcha: política y cultura en la Argentina (2004); y Pensar entre épocas (2004).Dirigió la revista Pensamiento de los Confines , lanzada en 2006, donde contó con la colaboración de amigos y colegas, entre otros, Alejandro Kauffman, Matías Bruera, Ricardo Forster, Héctor Schmucler, Oscar del Barco, Gregorio Kaminsky, Eduardo Gruner y Damián Tabarovsky. Su primera novela, Para hacer el amor en los parques , la escribió en 1969, y le siguieron otras dos; El frutero de los ojos radiantes en 1984 y La cátedra , en 2000. Nicolás Casullo nació en Buenos Aires en 1944 y vivió parte de su vida en barrio porteño de Almagro. En noviembre de 1974 debió exiliarse en el exterior. Primero fue Cuba, después Venezuela, hasta llegar a México en 1976, donde ejerció como profesor de la Universidad de México (UNAM) y vivió hasta 1983, cuando regresó al país.
Agencias DyN y Télam , publicado por La Nación, 9 de octubre de 2008.
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La (s) derecha (s)
Por Nicolas Casullo * A partir del triunfo de Macri en la Capital y del tipo de efervescencia ideológica que lo acompaña mediáticamente, creo que comienza un tiempo donde el centroderecha se piensa a sí mismo y lleva a que se lo piense de manera más detallada. Hasta hace un par de semanas la derecha aparecía al interés divulgativo como un conglomerado informe, bastante indiferenciado, con algunos referentes en estado potencial e intercambiables. La situación ha variado con esta conmoción porteña y la propia derecha necesita asumirse en el actual escenario político nacional con sus perfiles más definidos. ¿Es todo un mismo conglomerado que puede ser referido a cualquiera de las figuras que hoy se sitúan básicamente desde una perspectiva antikirchnerista? ¿Es una interna entre equivalentes, que la desesperación del establishment y su periodismo llama a aliarse cuanto antes? La patética izquierda radicalizada tiene la costumbre de saldar de esa forma: todo es lo mismo menos yo. Todo eso sería la derecha. Pero en todo caso se perciben las primeras tomas de conciencia del significado del triunfo de Macri, aun para aquellos intelectuales antikirchneristas que de pronto olfatean vientos antiguos y por demás reconocidos. Los “derechos humanos son cosas del pasado”, “hay que echar a 20 mil personas”, “no hacen falta identidades políticas para solucionar los asuntos de los vecinos”. Las palabras despabilan memorias y conciencias. Me parece que el propio centroderecha buscará ahora distinguir sus perspectivas, sus lineamientos dentro del sistema democrático, sus existencias diversas. Tenemos derechas programáticas que reivindican la clásica política y a un electorado que escucha claramente sus planteos y acuerdos, sus cosmovisiones, como pueden ser el liberalismo republicano de López Murphy, o una variable duhaldista-kirchnerista detrás de la figura de Lavagna. Esta sería una derecha con sus bemoles particulares parecida a las de Uruguay, Chile, Brasil, México, España. Tenemos además, en Capital Federal, el macrismo como la derecha cualunquista, antipolítica, un populismo neomenemista que aglomera desde jóvenes gerentes de universidades privadas hasta resentidos desplazados de los ’90, muy cercana a Blumberg con su mágico orden policíaco, con una mentalidad gerencial donde Macri plantea no dimensiones políticas sino que ya compró la “empresa Buenos Aires” y antes de ocuparla se la deben dejar solvente, ajustada y en blanco. Creo que esta diversidad de centroderecha se irá aclarando de aquí en más. * Ensayista, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). // Página 12. Octubre 9 de 2008.